Lo único positivo de las catástrofes es que se aprende. El incendio que el pasado septiembre arrasó en Xàbia y el Poble Nou de Benitatxell 812 hectáreas y obligó a desalojar a miles de personas dejó lecciones grabadas a fuego. Ese siniestro, que fue forestal y urbano (las llamas entraron en las urbanizaciones y destrozaron casas, coches e infraestructuras públicas), se ha convertido ahora en un laboratorio internacional en el que se revisan los protocolos para proteger las viviendas y a sus moradores.

El Ivaspe (Instituto Valenciano de Seguridad Pública y Emergencias) ha acogido un seminario internacional sobre incendios en la interfaz urbano-forestal. Está financiado por la Comisión Europea y analiza el peligro del fuego para las urbanizaciones y chalés.

Y claro el paradigma es el incendio que arrasó la Granadella y causó grandes estragos en las urbanizaciones de Xàbia y en el flanco norte de las Cumbres del Sol. Los participantes en este seminario, que también revisa los incendios de Fuchal (Portugal), Rognac (Francia), Groseto (Italia) e incluso los de Fort McMurray (Canadá), Tennessee (EE UU) y Haifa (Israel), estuvieron ayer en la Granadella. Conocieron sobre el terreno lo difícil que para las fuerzas de extinción resultó atacar un fuego que se echó encima de las casas y se declaró y propagó en condiciones extremas de calor, sequía y viento.

En el seminario, participan unas cien personas entre militares de la UME, técnicos de emergencias, bomberos o miembros de Protección Civil.