La historia se escribe de muchas formas. Pero, en algunas ocasiones, las grandes historias, aquellas que conmueven, pasan a formar parte de la cultura de los pueblos, de aquello más sagrado de su tradición y de su herencia. Esto es lo que le ha sucedido a Calp con la constitución de su pueblo y que se celebra en los Moros y Cristianos.

Anoche esta fiesta arrancó con su pregón, que corrió a cargo del arqueólogo del MARQ José Luis Menéndez, muy vinculado a la villa por sus muchos años de excavaciones en la ladera del Penyal. Menéndez propuso un juego a los presentes, se convirtió en emisario del almirante Roger de Llúria, señor de la villa de Calp hace más de 700 años. Y como su heraldo trajo un mensaje cargado de emotividad y de empuje hacia una de las fiestas más arraigadas. «Sois herederos de una historia única», exclamó, y entonces la plaza rompió en aplausos.

Los festeros saben que su fiesta tiene algo de especial, distinto de las demás y que las hace únicas, su Miracle. Es la representación central de los Moros y Cristianos de Calp. Se inspira en la victoriosa resistencia que un puñado de calpinos opusieron ante las poderosas huestes berberiscas. Ocurrió un 22 de octubre de 1744. Una historia transmitida de padres a hijos, contada al calor de las chimeneas.

El argumento del Miracle es emocionante, y anoche el pregonero se sirvió de esa historia, de la identidad calpina, para dar inicio a la fiesta, que destacó que estremece y conmueve desde hace siglos a todos los calpinos.

La plaza hirvió al recordar la angustia del traidor Moncófar y también como Caragol consigue cerrar las puertas de la villa de Calp y evitar que los asaltantes entren a sangre y fuego, argumento de su Miracle.

Caragol, el héroe, contó con ayuda del cielo. El patrón de Calp, el Santíssim Crist de la Suor, a quien están dedicadas estas fiestas, intercedió por los calpinos.

El arqueólogo llamó a los festeros a vivir esta tradición, a salir a la calle, a no dejar perder la fiesta. Y les gritó, desde lo alto de su castillo, el «Foc a Ifac» como peligro del asedio moro para que no se les olvide nunca que la villa hay que defenderla y estimarla, como a la fiesta.