Antonio Gilabert i Fornés fue un arquitecto nacido en Pedreguer que hizo toda su carrera en Valencia. Allá por el siglo XVIII, cuando el arte transitaba desde lo recargado del barroco a las formas eclécticas del neoclasicimos, Gilabert consiguió situarse entre los profesionales más destacados, llegando incluso a formar parte de la recién creada Academia de Bellas Artes de San Carlos, de la que fue responsable en arquitectura.

Trescientos años después de su nacimiento, el Ayuntamiento de Pedreguer, reivindica su figura y su papel en esa transición, con un amplio programa de actividades que incluye exposiciones, charlas y visitas a Valencia para conocer in situ sus creaciones.

A la capital del Turia se desplazó con su familia poco después de nacer en 1716, allí desarrollaría toda su carrera como arquitecto, junto con el Padre Tosca. Entre sus obras, edificios con tanto simbolismo en Valencia capital como la sede del Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat Valenciana en la plaza Tetuán, la capilla de San Luis Beltrán y la remodelación de la de San Vicente, ambas en el convento de Santo Domingo (la sede de Capitanía General). Suya también fue la remodelación de la Catedral de Valencia, con el objetivo de dotarla de un aspecto neoclásico homogéneo huyendo del estilo gótico que a finales del siglo XVIII era considerado obra de bárbaros. Pero también otros edificios como la iglesia de las Escuelas Pías, o el tabernáculo del templo y el retablo de la Zaidía, en Valencia.

Sus líneas se extendieron por todo el territorio de la Comunitat Valenciana y hay huellas de su arte en Turís, Gestalgar y Callosa d'en Sarrià (fue el arquitecto de los templos parroquiales en estas tres localidades).

Todo este legado quiere recuperarlo y reivindicarlo el Ayuntamiento de Pedreguer con una amplia programación de actividades para dar a conocer la figura de este arquitecto, del que de forma fehaciente no hay vestigios en su pueblo.

Aunque, según destacó ayer Ramón Pérez, que ha realizado dos grabados evocando las formas de Gilabert, sí que hay dos construcciones que tienen elementos que pueden llevar a concluir que de «una forma u otra pudo estar vinculado: bien a través de un discípulo, o bien si fueron dirigidas directamente». Se trata de la capilla de la Comunión de la Iglesia parroquial de Pedreguer, o la capilla del Calvario de Sant Blai.

La programación comenzará con un concierto de música con piezas de finales del siglo XVIII y concluirá en febrero de 2017 con una sesión del Consell Valencià de Cultura.