Al menos 2,8 millones de euros es el coste de la regeneración de las 9 hectáreas de mayor valor ecológico de Cala Granadella que se han perdido por el fuego, según un informe del Colegio Oficinal de Ingenieros Agrónomos (COIA) que no se limita a realizar una somera tasación sino que advierte a la Administración de la necesidad de tomar medidas sobre el suelo no urbanizable para evitar incendios como los que arrasó más de 1.100 hectáreas en la Marina Alta y Baja hace diez días a fin de minorar el impacto de nuevos fuegos para el caso de que sea imposible el evitarlos por haber sido provocados.

EL COIAL insiste ya en una actuación urgente sobre dos espacios concretos -el Barranc de Martorell y el entorno del Castell de la Granadella y Tossal de Chapa-, los de más alto valor paisajístico, y «cuyo estado después del incendio no sólo ha supuesto un grave impacto ambiental, sino que, además, lo puede provocar económico por dejar de ser un polo de atracción turística de calidad». Según el informe, existe la tecnología para que, con una adecuada planificación, ejecución y mantenimiento, los resultados empiecen a ser visibles desde el primer año. Como se recordará, la recuperación medioambiental no se completa antes de dos o tres décadas. De aquí a entonces, y en eso coinciden los ingenieros agrónomos, lo importante es comenzar cuanto antes y con medidas de choque.

¿En qué consistirían? El COIA explica que sería necesaria una primera fase basada en una regeneración extensiva, «que resulta de bajo coste y con resultados rápidamente visibles, además de una mejora de las infraestructuras ambientales». Pero ese «bajo coste» no impediría que el proyecto inicial costara 2,8 millones de euros, según sus estimaciones, para sólo estas 9 hectáreas. Hay que recordar que el fuego se llevó por delante más de 1.100.

Periodo estival

«Si se acometen los trabajos de inmediato, los ingenieros agrónomos estiman que los resultados podrían comenzar a verse a partir del primer año, coincidiendo con el próximo período estival, lo que minimizaría la huella del fuego en estas valiosas zonas. Para el resto del terreno siniestrado, el COIAL apuesta por una intervención convencional, similar a las que se llevan a cabo en la mayoría de zonas afectadas por un incendio forestal».

El COIA propone para minorar el peligro y, al mismo tiempo, armonizar el paisaje, aprovechar «la topografía original o los bancales, lo que puede servir para suavizar las transiciones entre el espacio habitado y el forestal. El borde urbano es una oportunidad de minorar riesgos y mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. Modos de ocupar el territorio que se cierran en sí mismos a menudo y olvidan el sustrato paisajístico que los soporta».

Espacios

Sobre las tierras abandonadas, recuerdan que «cuando estamos ante casos singulares especialmente peligrosos, como pueden ser espacios de altísimo valor paisajístico o ecológico, tenemos que plantearnos muy seriamente qué hacemos con los espacios agrarios abandonados. Por poner un ejemplo, es como si los edificios que rodean a la Catedral de Valencia estuvieran en ruinas. En los núcleos urbanos sí se invierten recursos técnicos y económicos para mejorar los entornos de alto valor arquitectónico, en cambio no se da importancia a los entornos de alto valor ambiental y paisajístico hasta que, desgraciadamente, tienen lugar desastres como el que nos ocupa», concluyen.