El certamen de gastronomía y enoturismo Dolia de Teulada eleva el moscatel a alta cocina y la cocina a arte. La cocina, como tantas otras cosas, entra por los ojos. Cuando se llega al auditorio de Teulada, una gran obra de arquitectura de Francisco Mangado, ya se intuye que allí dentro se cuece algo gordo. Ayer, en la sexta edición de Dolia, se pusieron a los fogones dos cocineros con estrella Michelin. Kiko Moya, del restaurante l'Escaleta, demostró que el moscatel de Alejandría, ese que se cultiva en las terrazas abancaladas de la Marina Alta, es una bendición en la cocina. Preparó un sabayón con vino blanco seco de moscatel de Teulada, una ventresca de atún a la sal envuelta en hojas de parra y un cabello de ángel de moscatel con sorbete de lías y turrón.

Luego, Manuel Alonso, el chef de Casa Manolo, se enfrentó al reto de crear un plato inspirado en una escultura del artista benissenc Quico Torres. Y se marcó un mosaico de algas y vegetales de costa con atún tratado a la brasa. El público se quedó maravillado.