Las firmas han llegado en cascada. Carmen Córdoba, una vecina de Alicante que hace dos meses colgó en change.org una petición para abolir los bous a la mar, presentó ayer en el Ayuntamiento de Xàbia nada menos que 65.000 firmas. «La petición lleva dos meses y ha dado la vuelta al mundo. Ha firmado incluso gente de Japón. Pero la mayoría de los que la han suscrito son españoles. Aquí estamos ya hartos del maltrato animal», afirmó antes de entrar en el registro municipal y entregar a un funcionario un pendrive con todas las firmas.

El mundo digital permite entregar todos esos apoyos sin necesidad de talar medio Amazonas (por el papel). Eso sí, Carmen portaba dos cajas para hacer bulto. Se podía leer en ellas: «65.000 firmas en dos meses» y «bous a la mar, maltrato animal». Explicó que no ha estado sola en esta iniciativa. Ha contado con el apoyo de varias asociaciones de defensa de los derechos de los animales como Somos Manada, Marea Animal o la plataforma de facebook No visite pueblos donde maltraten a animales.

Si los defensores de los bous a la mar siempre han subrayado que esta fiesta que se celebra en Dénia (está declarada de interés turístico nacional), Moraira y Xàbia despierta interés en medio mundo, ahora, con la petición que pide abolirla, queda claro que las reacciones de rechazo también llegan desde lejos.

Carmen indica que ha decidido presentar las firmas en Xàbia dado que percibe que el alcalde, José Chulvi, y el ayuntamiento tienen «más sensibilidad». Recordó que aquí se ha prohibido el bou embolat y el encaixonat. Sus bous a la mar empiezan esta semana (forman parte de la celebración de la Mare de Déu del Loreto). En una fiesta curiosa. La carpa del bar de los bous se monta también en el muelle del puerto, pero antes del recinto taurino y la mayor parte de los asistentes se quedan tomando una cerveza y unas tapas y ni siquiera se asoman a los toros.

«Un pueblo tan bonito como éste no puede estar manchado de sangre ni de maltrato animal», sostuvo Carmen Córdoba, que calificó los bous a la mar de «tradición arcaica y terrible». Aseguró que está demostrado que los toros y las vaquillas sufren, se estresan y, cuando caen al agua, corren serio riesgo de ahogarse. «Todos los años mueren toros ahogados, pero también de paradas cardiacas ya que están sometidos a un enorme estrés. A estas alturas del siglo XXI, es incomprensible que la gente se divierta con el sufrimiento animal», precisó esta activista antitaurina.