Antes de poner un pie en el acantilado, Raúl Ibáñez, de la empresa Xàbia Activa, pionera en introducir el «coasteering» en la Marina Alta, deja claro que este nuevo deporte tiene reglas muy claras. «Es una práctica sostenible y concienciamos sobre la riqueza natural de los acantilados, sobre lo valioso y sensible que es este entorno único», afirma. Otra regla básica es la seguridad. Los excursionistas siempre deben ir acompañados de guías expertos. Los monitores de Xàbia Activa son técnicos deportivos en barraquismo, educadores ambientales y biólogos. Además, acumulan años de experiencia como socorristas acuáticos y patrones de vigilancia de las playas de Xàbia.

El «coasteering» es como subirse a una montaña rusa. Mezcla en el mismo cóctel senderismo, saltos al mar, natación, exploración de cuevas terrestres y marinas, zambullidas, escalada, rápel o tirolinas. Y el escenario ideal para practicarlo se halla en la costa más abrupta de la Marina Alta, en la Illa del Portitxol y en los acantilados del Cap Negre, el Cap de la Nau, Ambolo y la Granadella. «Es una costa virgen y desconocida. Las rutas que organizamos son más que deporte. Explicamos la historia de les pesqueres de cingle; de hecho, estamos recuperando las sendas que utilizaban antiguamente los pescadores. Y comentamos curiosidades como los nombres de cuevas como la del Llop Marí, donde habitaba una foca monje, o la del Tabac», detalla Ibáñez.

Los participantes no tienen por qué estar hechos unos toros. Hay excursiones más complicadas, pero otras están adaptadas incluso a familias. El «coasteering» permite descubrir parajes increíbles, como la piscina natural de piedra que esconde la Illa del Portitxol, fondos marinos repletos de vida o cuevas con fósiles. Las aguas son cristalinas y despiden destellos turquesa. «Los turistas que han hecho las rutas repiten seguro. Las excursiones más largas son de cuatro horas, pero siempre se les hacen cortas», indica Ibáñez.

Esta combinación de deportes realizados en los acantilados no se ha inventado ahora. Su práctica se empezó a popularizar en la década de los 90 en la costa de Pembrokeshire, en Gales. En las Baleares, las empresas de turismo activo ya hace años que ofrecen «coasteering» a sus clientes. Pero en la Marina Alta sí comienza ahora la aventura del acantilado.

«Nos permite llegar a sitios sólo accesibles en barca. Son parajes vírgenes y nosotros, como guías, tenemos la obligación de sensibilizar sobre su gran valor ambiental. Los participantes se quedan boquiabiertos cuando descubren este patrimonio natural de gran belleza», explica el monitor de Xàbia Activa.

Este deporte está ayudando a dar un nuevo uso a las antiguas «pesqueres». Antes los labradores abrían sendas y se descolgaban por los acantilados por pura supervivencia, para pescar y poder llevar algo de dinero a casa. Ahora el territorio vital de «les pesqueres» se adapta a los nuevos tiempos y al turismo. El «coasteering», siempre que se mantenga lejos de la masificación, está ayudando a recuperar sendas perdidas y accesos al litoral que los chalés se habían apropiado.