No es lo mismo el turismo de aventura que el turismo a la aventura. Este último es el que triunfa este verano en el litoral de la Marina Alta, sobre todo en las calas y tramos más abruptos. El colapso de coches es un hecho en les Rotes, en Dénia, y en las calas del Portitxol (la Barraca) y Ambolo, en Xàbia. En esta última, el pasado fin de semana los vehículos llenaban toda la calle que baja a una playa clausurada desde 2006. Que esté cerrada por desprendimientos todavía atrae a más bañistas. El atasco también existe en el mar. Xàbia ha balizado por primera vez sus cuevas marinas del Llop Marí y dels Òrguens.

En la línea de boyas, se quedan las motos acuáticas y las lanchas. Los kayaks sí pueden entrar. Da la impresión de que hay que pedir turno para entrar a nado o a remo en estos enclaves tan sensibles. Mientras, otra cueva, la Tallada, ya se llenó el pasado fin de semana hasta los topes de bañistas y senderistas. Los kayaks se apilaban dentro. Alguna empresa de turismo activo con más sensibilidad pide a sus clientes que dejen las piraguas fuera, en el espolón de piedra.

El éxito de las calas y del turismo náutico ya obliga a tomar medidas. La presión turística es enorme. Algunas asociaciones proteccionistas abogan por importar el modelo de Menorca y liberar el litoral de coches.