La guerra del agua es cosa del pasado en la Marina Alta. Ahora los pueblos riñen y no se fían el uno del otro. No llegan, como en los años 80, a las manos. Pero tampoco van de la mano. Y cuando se vislumbra una posible solución comarcal a los problemas de suministro, siempre aparece quien hace la guerra por su cuenta.

Ahora (o de nuevo) es Calp. El ayuntamiento anunció ayer que ha encargado a la empresa mixta Aguas de Calpe que inicie los trámites para construir en el municipio una planta desalinizadora. El consistorio, gobernado por el PP y dos grupos independientes, quiere alcanzar la «autonomía hídrica». Tiene garantizado el suministro, ya que le llega un trasvase desde el pozo Lucifer, en la Vall de Laguar. Calp bebe de este pozo desde hace casi 30 años, pero la concesión no se legalizó hasta 2014. También tiene una desaladora en sus pozos del Barranc Salat. Pero el ayuntamiento aboga ahora por asegurar el abastecimiento «sin que dependa de condicionantes externos». Y eso pasa por conectarse a ese manantial sin fondo que es el mar.

Calp seguirá así el camino abierto por Xàbia, que en el año 2002 puso en marcha una desalinizadora que le costó 24 millones de euros. Xàbia venderá este verano 2.000 metros cúbicos de agua al consorcio de Teulada y el Poble Nou de Benitatxell. Ya está enviando 1.200 m3 a Gata. La planta puede producir al día 28.000 m3 y, si se amplía, superaría los 44.000.

El ejemplo de Xàbia también le sirvió ayer a Xaló para recordar que el alcalde de Calp, César Sánchez, del PP, sigue sin cederles ni una gota del trasvase de la Vall de Laguar. El Consell y la Confederación Hidrográfica del Júcar han dado vía libre a que Xaló y Llíber, donde la mayor parte de los vecinos siguen sin agua potable, se enchufen a este trasvase (la tubería pasa por sus términos). El concejal de Agua de Xaló, Gerard Fullana, de Compromís, instó ayer al munícipe de Calp a seguir el ejemplo del de Xàbia. «Hoy mismo firmaríamos un acuerdo como el que posibilita que Xàbia ceda agua a Teulada y el Poble Nou. Xàbia está demostrando un talante que debería estar presente en toda la comarca», subrayó Fullana.

Mientras tanto, Xaló se va poniendo las pilas en eficiencia hídrica. Su red era un desastre. Más del 80 % del suministro se perdía en fugas. Ahora esas pérdidas se han bajado a un 55 %. El ayuntamiento espera reducirlas al 30% en 2017.