¿Y dónde está el hotel? Se lo ha tragado la tierra. Y es literal. Si antes la arquitectura aspiraba a ser icónica, a convertirse en paisaje, ahora anhela pasar desapercibida, fundirse con el terreno, no mover ni una piedra. El proyecto del hotel Wine Spa Las Viñas, de cinco estrellas y que la promotora valenciana Zaya 2014 quiere desarrollar en una ladera abancalada de Moraira (ahora la conselleria de Medio Ambiente está tramitando la Declaración de Interés Comunitario), responde a esa nueva filosofía de arquitectura invisible.

Lo ha diseñado el arquitecto José Ignacio Bedia, un referente en la arquitectura ecológica. Suyo es el proyecto de la EcoCity de Brasil. Este hotel de Moraira se construiría en 43.256 metros cuadrados de una ladera de terrazas de viñedos de moscatel. Ahora los terrenos, que están próximos a la Font Santa, entre Teulada y Moraira, crían maleza. Son campos baldíos. El hotel recuperaría los viñedos. Las cepas, en realidad, son el techo, el resultado visible del proyecto. Las 59 habitaciones (amplias suites) se camuflarían en los bancales. Donde antiguamente había muros de piedra en seco, ahora se abrirían cristaleras y terrazas. No se levanta, por tanto, ni una altura. El hotel es de una originalidad subterránea. Se mete debajo de las viñas.

«No se altera la orografía del terreno. Estará totalmente integrado en un entorno de gran valor paisajístico y natural», explicaron a este diario los responsables de Zaya 2014.

Los únicos edificios que se levantarían serían el de recepción y el del spa y los tratamientos de vinoterapia, que, claro está, se realizarían con la uva del terreno, el moscatel de Alejandría.

«Será un hotel ecológico, que funcionará con energías renovables y geotérmicas», destacan los promotores. El proyecto ya echó a andar en 2002. Pero llegó la crisis. Ahora la empresa lo ha retomado. Ha pedido un DIC dado que los terrenos son no urbanizables. Los responsables de Zaya 2014 admiten que quizás el proyecto era demasiado rompedor cuando se planteó por primera vez. Ahora, en cambio, está en plena consonancia con los nuevos tiempos de auge del turismo rural y de la arquitectura sostenible.

Los promotores quieren abrir en el hotel una bodega y embotellar su propio vino. Además, involucrarían a los agricultores de la zona, dado que son los que conocen todos los secretos de una variedad tan especial como la del moscatel de Alejandría. El proyecto ya cuenta con los informes favorables de la Confederación Hidrográfica del Júcar y de la conselleria de Turismo. La idea de camuflar las habitaciones en la topografía de los bancales es absolutamente novedosa. «No creamos ningún impacto paisajístico. Al contrario, contribuimos a mantener la belleza de un entorno único y privilegiado», subrayan los empresarios.

La vinoterapia, además, está en boga. Pero no es menos terapéutico salir al balcón y asomarse a un horizonte de viñedos y mar. El paisaje y el clima de la Marina también son medicinales.