El cambio climático trae al litoral de la Marina Alta más que medusas. Los bañistas ya pueden incorporar a su vocabulario veraniego un nuevo concepto, el de «mucílago». Este fin de semana, ese fenómeno, asociado al calentamiento del agua y a la mayor presencia de nutrientes inorgánicos en el mar (ocurre a principio del verano), se ha hecho bien visible en el litoral sur de la comarca, sobre todo en Xàbia, Moraira y Benissa. Los bañistas y navegantes se sorprendieron al observar que una película viscosa cubría puertos (ha tapizado el muelle de Levante de Xàbia) y calas. Pensaron que una embarcación había vaciado su sentina.

La mancha es viscosa y de color entre verde y marrón. Su aspecto no invita a zambullirse. Pero los bañistas pueden estar tranquilos, ya que no se ha originado por un vertido contaminante. Al contrario. Ha surgido de forma natural.

Es una «baba» o «moco» (los expertos utilizan ambos conceptos) de fitoplancton. Se ha formado al proliferar rápidamente las microalgas diatomeas. Al principio, se forma un manto pegajoso muy molesto para los bañistas. Ayer, las manchas empezaban a deshilacharse. En ese momento, se asemejan a nubes y telas de araña. Son tan viscosas que incluso se adhieren a los filamentos de la posidonia oceánica.

El departamento de Medio Ambiente ha tomado muestras y ha comprobado que la mancha es mucílago. Es la primera vez que llega con tanta intensidad a la costa de la Marina Alta. Pero hay que acostumbrarse. En municipios costeros de Murcia, como Mazarrón, Águilas y San Pedro del Pinatar, empezaron a formarse estas películas de microalgas hace un par de años. Ahora, por el calentamiento del agua, el fenómeno sube hacia el norte. En el mar Adriático es habitual. Allí se le conoce como «mar sporco». El nombre lo dice todo. Incluso se ha debatido en la Comisión Europea cómo erradicar un fenómeno que espanta a los turistas.

Las aguas del litoral sur de la Marina Alta recuperaban ayer su naturaleza cristalina. El mucílago se deshacía. Todavía tardará unos días en desaparecer del todo. El viento ayuda a disolver el manto, que acaba en el fondo del mar sin causar ningún daño en los ecosistemas. El mucílago, como las medusas, es otro de los tentáculos del cambio climático.