Un vecino que paseaba a media mañana de ayer por el camino que va paralelo al barranco de la Borda, en Teulada, encontró varios huesos dispersos que por su tamaño no correspondían a la fauna típica de esta zona. Eran demasiado grandes para ser de un perro, un conejo o un jabalí. El vecino dio la voz de alarma. Al poco acudieron patrullas de la Policía Local, de la Guardia Civil y la Policía Judicial e incluso se desplazó desde el juzgado de Dénia una forense. Los investigadores, tras comprobar la morfología de los restos óseos, en seguida descartaron que pudieran ser humanos. Resultaba, sin embargo, difícil identificarlos, ya que estaban dispersos y faltaba buena parte del esqueleto.

Las patrullas se retiraron alrededor de las 15.30 horas. La Policía Judicial se llevó en una bolsa los restos. Por su tamaño podrían pertenecer a un toro o un ternero. En el lugar, de hecho, quedó un hueso que bien podría ser la tibia de uno de estos animales.

Este barranco, que está repleto de pinos y maleza, podría haberse utilizado por algún pastor o ganadero como pudridero. Sin embargo, en esta partida rural del Assegador de la Torre no hay corrales y tampoco es una zona de pastoreo. Los agricultores no había detectado en los últimos meses olores de descomposición.

Así pues, el único misterio por resolver con estos huesos era cómo el cadáver de un animal tan grande había acabado en el fondo de este abrupto barranco.