Hace 400 años, un 28 de abril de 1616, comenzó la historia del antiguo convento de la orden de los Mínimos de Xàbia. Ese día el vecino Lucas Español cedió un solar para que se erigiera un cenobio que, en cuatro siglos, ha tenido muchas vidas. Hoy el reconstruido convento que en 1946 acogió a las monjas de clausura de las Agustinas Descalzas es un centro de día para ancianos y enfermos de alzheimer. Lo gestiona la cuarta orden religiosa (la congregación de Hermanas de Marta y María) que pasa por este solar. Entre los Mínimos y las Agustinas, en 1868, fueron los Jesuitas los que se instalaron en el viejo convento.

La historia de este edificio la ha rescatado ahora la Asociación San Francisco de Paula de Xàbia, que celebra estos días las fiestas dedicadas al santo que fundó la orden de los Mínimos. Los historiadores Juan Bautista Codina Bas y Jaime Catalá han sacado a la luz todos sus usos.

Y no siempre fueron religiosos. Tras la desamortización de Mendizábal, en 1841, el Ayuntamiento de Xàbia pidió su cesión. El Gobierno aceptó. Y allí se abrió una escuela, la cárcel y una cátedra de latín. Sin embargo, la iglesia paredaña al cenobio siguió como tal.

Este convento y el de las Agustinas, que estaba en lo que hoy es el Mercat Municipal, acabaron destruidos con la guerra civil. En 1943, se empezó a reconstruir el antiguo cenobio de los Mínimos. Allí se trasladaron las Agustinas Descalzas. Hasta 2003, cuando se marcharon las últimas monjas, fue de clausura. Pero el convento aún tenía una vida más. Restaurado por el Consell y el ayuntamiento (615.000 euros en obras), reabrió en 2008 como centro de día que es hoy.