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Dénia / Els Poblets

La desembocadura del río Girona se seca

Los residentes de las urbanizaciones ya han empezado a sufrir malos olores por el agua estancada

El agua de la desembocadura no se renueva y se pudre. a. p. f.

La desembocadura del río Girona ofrece estos días una imagen que es propia de agosto. Tras meses sin llover y sin bajar el río sin caudal, el mar ha cegado su desembocadura. El oleaje la ha taponado con algas y cantos rodados. Mientras este cauce mantiene algo de caudal, el agua se abre camino y se regenera. Pero ahora está estancada. Esto suele ocurrir en agosto y los vecinos, año tras año, denuncian la consecuencia de no renovarse el agua durante semanas: mueren los peces, hay malos olores y proliferan los mosquitos.

De momento, lo que ya ha empezado, según comentaron ayer varios residentes de las urbanizaciones que lindan con el río, son los desagradables olores. El agua ha adquirido un pronunciado color verde y ha empezado a quedar cubierta por una película de líquenes. Los vecinos (a un lado del río, de Dénia, y al otro, de Els Poblets) temen que el estancamiento del agua adelante la tortura mosquitos. El pasado año en verano y otoño sufrieron, como en prácticamente toda la Marina Alta, dolorosas picaduras de mosquito tigre.

El Girona, en años lluviosos, baja con caudal prácticamente hasta el principio del verano. En invierno es habitual que mantenga un flujo de agua constante. El manantial de la Bolata aporta caudal. Pero este invierno no ha llovido ni gota y el Girona está tan seco como otros años en pleno verano. Los agricultores de su cuenca ya advirtieron el pasado mes de julio que estaban bajando a 270 metros de profundidad para extraer agua de los pozos de riego.

La imagen actual de la desembocadura del Girona agonizando por la sequía presagia un verano muy complicado.

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