Villa Doménech, una casa de principios del XX de arquitectura ecléctica (la mezcolanza de estilos era lo más para la entonces floreciente burguesía de la pasa), se cae a trozos. Lleva años abandonada. El deterioro se ve a la legua. Sus puertas y ventanas están tapiadas para evitar el expolio. Pero los cacos que buscan elementos patrimoniales a los que dar salida en tiendas de antigüedades o mercadillos han entrado por la puerta de atrás. La tapia de ese acceso está reventada. La casa no guardaba antigüedades de valor. Pero el pavimento de baldosas hidráulicas y los azulejos de zócalo sí tienen valor comercial. Y los ladrones han hecho estragos.

Han arrancado buena parte del piso. En todas las habitaciones de la casa, a la que todavía, pese al deterioro, se le adivina su aire señorial, había losetas decoradas.

Esta villa, que está en la entrada de Ondara, vivió momentos de esplendor hasta no hace mucho. La piscina, también destrozada, confirma que al menos hasta los años 70 debió estar habitada. Ahora, sin embargo, es una ruina expuesta al saqueo.