Los ladrones no dan tregua a los bares del centro histórico de Xàbia. Si en la madrugada del lunes, como ya adelantó ayer este diario, reventaron con un gato hidráulico la cancela de hierro de un bar-cafetería de la misma plaza de l'Ajuntament y robaron todo el dinero en metálico que encontraron (incluso se llevaron el bote), unas horas antes también asaltaron, en otro golpe exprés, otro negocio de hostelería muy próximo. Este otro bar está en la calle Virgen de los Ángeles, a un paso del ayuntamiento.

Los cacos se colaron por una ventana. La forzaron con una palanca de hierro. Desenchufaron la caja registradora y se la llevaron. No se pararon a rebuscar. De hecho, esta vez no se llevaron el bote, que estaba a rebosar de monedas, ni las ristras de décimos de lotería de Navidad. El dueño de este bar apuntó ayer que los ladrones debieron huir a escape dado que tuvieron miedo de ser sorprendidos. Dentro de la caja registradora, había unos 200 euros. No fue el golpe del siglo. Pero al propietario sí le han hecho la Pascua. En la caja, guardaba el registro de las horas extra de los camareros, pedidos o tarjetas de proveedores. Este robo se produjo pasada la medianoche. Una vecina, asegura el dueño del bar, escuchó el ruido seco de forzar la ventana, pero lo atribuyó a que en ese momento los propietarios podían estar cerrando y corrían la cancela.

Estos dos últimos robos perpetrados la misma noche han desatado la alarma entre los hosteleros del centro histórico de Xàbia. En el grupo de whatsApp que comparten, expresaban ayer su preocupación y advertían de otros robos que se han producido en las últimas semanas. El modus operandi coincide. Los ladrones actúan a toda prisa y siempre de madrugada. Eligen bares y cafeterías que carecen de alarma. Fuerzan la puerta, se cuelan dentro, abren la caja registradora y desvalijan su contenido. Si hay bote, también se lo suelen llevar y si ven alguna tablet o teléfono móvil, igualmente, se hacen con él. Eso sí, no se paran a rebuscar en los cajones y, al parecer, saben de antemano que con mucha suerte robarán como mucho unos cientos de euros. Hay hosteleros que, para disuadir a los ladrones de reventarles la puerta, dejan por la noche la caja registradora abierta. Confían en que los delincuentes echen un vistazo desde fuera y comprueben que el botín sería mísero. A los empresarios les preocupa, más que el puñado de euros que los delincuentes se puedan llevar, el estropicio que causan.

Otro robo desconcertante se produjo hace un par de semanas en el almacén de otro restaurante del centro histórico. Los cacos sustrajeron cuatro cartones de huevos.

Los ladrones, además de los dos robos de la noche y la madrugada del lunes (el de los huevos entra más dentro del terreno de lo anecdótico), han asaltado otro bar de la Plaza de Baix y una cafetería del barrio de Thiviers, que aunque no está en el casco antiguo, queda muy cerca. En todos los casos, escaparon a toda prisa.