Alberto Caselles Fornés, abad emérito de la colegiata de Gandia, regresó a su pueblo, Gata de Gorgos, en 2005, cuando se jubiló. Pero no abandonó su actividad sacerdotal. «Ayer mismo concelebró conmigo la misa de las 7 de la tarde», indicó el párroco de Gata, Francisco Murillo. Caselles falleció en la mañana de ayer. Se despertó con el ánimo de siempre. Vivía con su hermana, unos años más joven que él. Tras desayunar, notó que le faltaba el aire. No estaba enfermo y solo sufría los normales achaques de la edad.

Caselles contaba con 87 años de edad. Hoy se celebrará, a las 12 horas, su entierro en la iglesia de Gata de Sant Miquel Arcàngel. Su cuerpo estará en el templo parroquial desde las 9 horas y los vecinos rezarán un rosario por su alma. La misa exequial la oficiará el cardenal arzobispo de Valencia Antonio Cañizares.

Alberto Caselles fue durante 17 años abad mitrado de la colegiata de la Asunción de Nuestra Señora de Gandia. Cuando se jubiló, en 2005, siguió siendo abad emérito. Entonces regresó a su pueblo. «Era un gatero de pura cepa», destacaban los vecinos. El actual párroco recordó que, en 2011, cuando él llegó a Gata, «me abrió las puertas de todas las casas. Siempre que se lo pedía me acompañaba. Deja un gran vacío en este pueblo».

Ordenado sacerdote en el congreso eucarístico de Barcelona de 1952, fue párroco en Benilloba, en la iglesia de la Resurrección del Señor de Valencia, en la Santa Creu de Pedreguer y en Algemesí. Formó parte del consejo presbiteral de la archidiócesis de Valencia y del consejo de consultores. También ejerció de vicario episcopal en la Ribera y en la Safor-Marina-Valldigna.