El «Miracle» no pierde la emoción aunque todos conozcan la historia. Empieza la representación año tras año en la Plaza Mayor y los calpinos, repiten los diálogos en voz baja junto a los protagonistas. Se los saben de memoria.

El tormento de Moncófar y su traición da para avisarle de que su delirio lo llevará a la muerte, pero no hay remedio, la historia se repite, y Calp se lamenta. Casi, hasta se apena de su desgracia y ahí, está la grandeza de este pueblo que resurge más unido ante la afrenta.

Anoche, de nuevo, Calp obró el milagro de convertir esta representación en más que teatro. El «Miracle» es sentimiento y los calpinos lo viven como el momento en que empezó su andadura como pueblo. Acaba con el himno compuesto por el maestro Fernando Penella Vicens y al que puso letra Juan Fernández de Ybarra Moreno. El primero, abuelo de la abanderada de la Asociación de este año, Mª Ángeles Penella, de la Filà Contrabandistas.

La escenificación tuvo la fuerza de siempre. Moncófar reniega de la fe cristiana y de su pueblo, Calp. Busca venganza porque su padre, mahometano, murió a manos de los cristianos. Traiciona a su pueblo y conduce a los sarracenos a la conquista de Calp. Pero lo asaltan las dudas. Las lágrimas le recorren el rostro, pero «el demonio», como él mismo dice, lo empuja a ponerse a servicio del enemigo y franquearle las puertas de la villa cristiana.

La batalla de arcabuces hace temblar la Plaza Mayor. Moncófar cae. Y, en el portón del castillo, se ilumina una cruz. Ahí acaba el «Miracle». Con licencias, pero el hecho histórico ocurrido un 22 de octubre de 1744 inspira la historia. Lo siguiente sí es leyenda.

A Caragol, un cristiano enclenque le ayuda el Crist de la Suor para cerrar el portón y evitar que los sarracenos irrumpan en la fortaleza. De esta manera surge la devoción del pueblo.

El «Miracle», que está declarado Fiesta de Interés Turístico Autonómico, acabó con fuegos artificiales. Los calpinos, que todos los años llenan la plaza, se pusieron en pie y cantaron el himno. Fue el momento más emotivo de las fiestas de Moros y Cristianos. Todos los actos son especiales, pero ningún otro hermana a todos los vecinos como éste. El «Miracle» obra el prodigio de lograr, por un momento, que todos los calpinos vayan de la mano. Y, por una noche, hay un instante de comunión y fervor colectiva.

Desembarco por la mañana

Por la mañana del domingo tuvo lugar el famoso Desembarco. Hasta la playa de El Arenal llegaron los seis barcos de las tropas sarracinas, que hicieron fuerza para tomar el control de la villa y conquistar Calp. Pero no pudieron con la oposición del bando cristiano, que se defendió con uñas y dientes aunque en ese momento estaban en minoría, ya que contaban con una filá menos. Así, con un cielo que nada bueno hacían presagiar con las nubes imponentes, invadieron las tropas sarracenas con su atronadora amenza. Más tarde subieron por la avenida de Gabriel Miró, con el fin de empezar a prepararse los dos bandos para el gran espectáculo que tuvo lugar por la noche.

Fin de fiesta

«El Miracle» con el himno cantado por los festeros y los fuegos artificiales poniendo luz a la noche calpina se dieron por terminadas las fiestas de la ciudad. Unas celebraciones que este año han contado con visitas especiales, como la que se presentó el sábado al mediodía, con el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. Éste se paseó por las cábilas festeras para saludar a cada uno de ellos. Asimismo, estuvo presente también ese día el secretario de Estado, Antonio Beteta, que dio su apoyo a que los Moros y Cristianos de Calpe sean de Interés Turístico Nacional, como ya contó este diario ayer.

Tras cinco días de celebraciones, el domingo se dieron por finalizadas las fiestas hasta el próximo año.