Pere Mengual estaba disfrutando frente a la pantalla del ordenador del capítulo cuatro de «Olmos y Robles», como habían hecho ya 2.492.000 telespectadores. Las pesquisas de la Guardia Civil -con asesinatos, reliquias y templarios de por medio- se sucedían cuando, en una de las secuencias, la benemérita pareja protagonista reparó en una fotografía antigua.
«Però si eixa de ahí és ma mare!» exclamó. Acababa de reconocer la instantánea que había visto desde siempre en casa de sus padres. «Fue una sorpresa tremenda. Imagínate. Esa foto la tenía metida en la cabeza. La he visto muchas veces, con mi madre, cuando repasamos y comentamos las fotografías de antes».
Cuando fue informada, la estupefacción de Paquita Ivars, su madre, no debió de ser menor. «¿De dónde la habrán sacado? Me extrañó muchísimo, pero mira, ha sido todo muy gracioso».
Lo que no desconoce es cómo y dónde y cuándo -qué día- se tomó esa foto. Fue un 22 de octubre -día grande en Calp: el de su patrón, el Crist de la Suor-. Y Paquita contaría -estima a sus 82 años- 16 ó 17 abriles. Este cálculo nos llevaría a 1949 ó 1950, cuando las chicas encontraron apostado al fotógrafo ante la fachada del (hoy antiguo) Ayuntamiento.
Y añade Paquita: «acabábamos de salir de misa. Por eso en la foto se ven los catrets» -sillas plegables- que los feligreses llevaban a la diminuta parroquia para no estar todo el tiempo de plantón. Y es que la iglesia (hoy ejerce de capilla del templo) era pequeña incluso para las 1.970 almas que poblaban Calp.
«Xiques, anem a fer-nos una foto!», exclamó otra de las retratadas: Paquita «La Paua» Martínez, quien a sus 86 años recuerda perfectamente esa jornada («salgo muy seria porque me aguantaba la risa») y otro dato: el retratista es Francisco Coello, fotógrafo de la vecina Altea que acostumbraba a visitar el pueblo en ocasiones así.
Pero en la serie la foto no ha sido tomada en las fiestas del Crist de la Suor, sino «en las de San Lorenzo», según relata a los agentes Olmos y Robles el alcalde ficticio de Ezcaray, el municipio donde transcurre la acción. Con todo, el protagonismo de la instantánea recae en Maruja «Roca» Ivars. En la serie, los guionistas la convierten en Doña Barbara Casajuana «de una familia ilustre de aquí de La Rioja», añade el edil. Su féretro ha sido exhumado sin que aparezcan un collar de piedras preciosas y un camafeo con el que fue enterrada.
Unas joyas que, si Olmos y Robles (los actores Pepe Viyuela y Rubén Cortada) investigaran a este lado de la realidad, averiguarían que no son sino puro Photoshop. En la imagen original se aprecia que Maruja Ivars no lucía la bisutería de píxels que exhibía la altiva Doña Bárbara Casajuana. Altiva y altísima, porque una simple comparación entre realidad y ficción basta para constatar cómo, por exigencias del guión, la señora debía ser espigadísima. De ahí el estirón photosopero aplicado.
Eso sí, Julio Parra se muestra orgulloso de que la belleza y la sonrisa fueran las de su madre, Maruja: «era guapísima y siempre reía». Asimismo, admite que reencontarse con el recuerdo de ella, ya fallecida, en circunstancias así «impresiona muchísimo. Muy positivamente».
Entretanto, si en la serie era todo un enigma cómo llegaron a desaparecer un broche y un collar de un féretro, en Calp persiste la intriga: ¿cómo llegó la estampa, custodiada en álbumes y memorias familiares, a una productora para que tuviera un cameo en una serie?
Hay quien recuerda que esa foto forma parte de la decoración de un bar del pueblo, habrá quien aventure si algún rastrillo habrá actuado de intermediario. Pero las sospechas apuntan al camino más corto: el ciberespacio. Y es que son muchas las imágenes calpinas de ántaño que la gente ha compartido por wasaps. O en internet. Allí donde Pere Mengual lo descubrió todo.
