Los regantes del río Girona aseguran que sus pozos cada vez están más secos y salinizados mientras se les oculta cuánta agua se extrae del pozo Lucifer (en la cabecera del río) para transvasarla a Calp. La comunidad de usuarios de la cuenca del Girona se reunió ayer en Ondara con los alcaldes de los pueblos que están en el curso del río y con el diputado provincial Gerard Fullana, de Compromís.

«A los agricultores nos pisotean todos», lamentó el presidente de los regantes, Antoni Carrió, quien reclamó que su colectivo participe «con voz y voto» en el ahora reactivado Consorcio de Aguas de la Marina Alta.

Los regantes exigen desde hace años que se preserve el caudal ecológico del río Girona. Retiraron los contenciosos presentados contra el trasvase del pozo Lucifer (la Vall de Laguar) a Calp cuando la Confederación Hidrográfica del Júcar se comprometió a informarles del caudal que se sacaba. «Pero no hemos sabido nunca cuánta agua se han llevado a Calp con esta extracción abusiva», aseguró el secretario de la comunidad de usuarios del Girona, Pepe Noguera.

Lo que sí saben es que el nivel del acuífero está por los suelos. En uno de los pozos de Tormos, ya tienen que bajar a 240 metros de profundidad para hallar agua. Además del peligro de que los pozos se sequen y, en los pueblos más cercanos al mar, se salinicen, otro efecto es que los costes energéticos de sacar agua se disparan. En Tormos, el metro cúbico ya cuesta en luz 40 céntimos.

Carrió subrayó que también debería ahora ampliarse la desalinizadora de Xàbia e incluirla como otro recurso disponible en el consorcio comarcal y abogó por utilizar para riego agrícola el agua que las depuradoras de Xàbia y Dénia arrojan al mar.

Fullana calificó de «inadmisible» que a los regantes se les niegue datos, mientras que el exalcalde de Alcalalí, José Vicente Marco, del PP, aseguró que el nuevo presidente de la Diputación y primer edil de Calp, César Sánchez, se reunirá en breve con los regantes del Girona.