El debate antitaurino no cala en Dénia. La ciudad vive desde ayer su fiesta mayor, que es toros y más toros. La primera entrada transcurrió sin incidentes. La manada corrió rápida y compacta por la calle Marqués de Campos y la Explanada Cervantes.

Una multitud siguió desde las barreras (a algunos no les dio tiempo y simplemente se arrimaron para dejar pasar a los astados) el encierro. A continuación, tuvo lugar la primera tarde de «bous a la mar», fiesta declarada de interés turístico nacional. La plaza del puerto estaba repleta, aunque en la arena quizás había menos aficionados que otras veces. No hubo más incidentes que algún revolcón sin importancia. Los primeros toros se asomaban al muelle pero no se dejaban engañar y se resistían a caer al agua. El tercero ya se fue al mar ante el regocijo del público. La vaquilla Fantasía, colorada y muy trotona, le cogió gusto a saltar al agua.

Los encargados de auxiliar desde una barca a remos a los toros y sacarles el morro del agua para que no se ahoguen se las vieron para sacar a esta res, que buscaba desesperada el camino para volver a tierra firme.

Dénia ni se plantea debatir sobre sus «bous a la mar». Más que por la tradición, el apoyo incondicional de los vecinos obedece al indudable tirón turístico de esta fiesta.