Pego y las montañas que bajan de la Vall d'Ebo eran todavía anoche un infierno. A las 10.30 horas, se desató en este último municipio un incendio por una quema agrícola. Avanzó a toda prisa y arrasó cientos de hectáreas de montaña. También entró en el término de l'Atzúbia. A mediodía, ya asomó por partidas rurales próximas al casco urbano de Pego. La Policía Local y la Guardia Civil desalojaron unas cincuenta viviendas de las zonas de Verdales y el Calvari. Los vecinos, indignados, denunciaban que los medios aéreos no se habían dejado ver por Pego a esas horas. Y el fuego avanzaba hacia el pueblo a toda prisa. A mediodía, ya se calculaba que había devorado como poco 50 hectáreas de monte. Los alcaldes de Vall d'Ebo, Rafael Llodrà, y de Pego, Enrique Moll, coincidieron en que en las primeras horas faltaron aviones y helicópteros.

Las llamas destrozaron al menos una vivienda. Otras sufrieron también daños. Numerosos vecinos de Pego arrimaron el hombro en la extinción. El pueblo quedó cubierto por una nube de humo. Muchos residentes salieron a la calle con mascarillas o con el rostro cubierto con toallas mojadas. El humo y la llovizna de cenizas, unido al fuerte calor (más de 40 grados), hacían el aire casi irrespirable.

La impotencia era tan grande que aproximadamente un centenar de pegolinos abuchearon al presidente del Consell, Alberto Fabra, cuando acudió anoche al pueblo. Un vecino que lo increpó y se saltó el cordón de seguridad acabó esposado y detenido. Anoche fue puesto en libertad con cargos.

Al caer la noche y retirarse los medios aéreos (llegaron a actuar 14), el fuego, que a esas horas parecía que no avanzaría más, volvió a rebrotar con fuerza. «Ha vuelto a coger fuerza», afirmó el alcalde pegolino. De hecho, pasadas las 23.30 horas, el fuego se extendía hacia el sur. Y se veía un frente muy activo que avanzaba hacia los términos de la Sagra y Tormos.

Por la mañana, el incendio se propagó desde el principio con gran rapidez. Empezó en un bancal de la zona de la Solana del Garrofal, cerca de un barranco. El viento de poniente y las elevadas temperaturas, que llegaron a superar los 40 grados, empujaron las llamas montañas arriba. Llegaron a estar a unos cien metros del núcleo de Ebo, pero luego subieron por la ladera de la Figuereta (el refugio de la Figuereta también quedó muy dañado) y se propagaron hacia el Misserat.

Este diario comprobó, a las 13.30 horas, cómo el fuego corría sin resistencia. Los medios aéreos descargaban a su espalda, en la Vall d'Ebo. Pero el frente bajaba a Pego y superaba el camino del Misserat (es el que sube a los repetidores) y entraba en el término de l'Atzúbia. A las 15 horas, la Guardia Civil cortó la carretera que sube de Pego a la Vall d'Ebo. Las llamas, a última hora de la tarde, saltaron ya ese vial.

El incendio seguía anoche su avance imparable. A Pego se le veía una corona de fuego. A las labores de extinción, se había sumado la Unidad Militar de Emergencias (UME). Las brigadas forestales y los bomberos (a los del parque de Dénia se sumaron los de Elda, Benidorm y Sant Vicent del Raspeig) seguían luchando contra el fuego tras una jornada agotadora. La explicación que se les dio a los alcaldes de por qué los medios aéreos no habían atacado el fuego de cara fue que era peligroso meterse dentro de la densa humareda. Para cuando el primer avión descargó en Pego, pasadas las 16 horas, el fuego ya estaba encima de las casas de Verdales y el Calvari. Anoche los residentes desalojados temían que al amanecer sus casas hubieran quedado calcinadas.

«El fuego nos está rodeando», comentaron los vecinos de Pego pasadas ya las 22 horas. El incendio se había dividido en tres grandes frentes. Decenas de efectivos permanecían anoche en la zona.