Las Fallas de Dénia vivieron anoche la primera gran sacudida de emoción del nuevo ejercicio. El mismo ritual de siempre desata una emoción desbordante. No falla. La alcaldesa, Ana Kringe, cumplió con el protocolo de la llamada telefónica. Todas las candidatas esperaban, nerviosas, al otro lado del teléfono. Alejandra Pastor Gavilá, una niña de 8 años que rebosa simpatía, descolgó extasiada. «Gracias a todos los que me habéis votado porque hoy se ha cumplido mi sueño», acertó a decir. Marina Margalejo estalló de alegría. «Estoy supercontenta». Ellas son desde anoche las nuevas Falleras Mayores de Dénia.

La tradición de ir a felicitarlas a sus casas se cambió esta vez. La nueva junta fallera, que preside José Antonio Monzonís, quiere innovar. Las flamantes Falleras Mayores llegaron a la plaza del Ayuntamiento en un descapotable. Allí les esperaba el mundo fallero. Sus cortes de honor, integradas por las niñas y jóvenes que también optaban a convertirse en las máximas representantes de las fiestas, prorrumpieron en un aplauso para recibirlas. Luego se fundieron con ellas en abrazos y besos.

El cambio de escenario le dio a este acto un aire más protocolario y medido. Se echó en falta la espontaneidad del hogar, la efusividad con la que los familiares celebran tener nada menos que una fallera mayor en casa.

Marina tiene 29 años y es diplomada en educación infantil. Ahora realiza trabajos esporádicos. Pero ni siquiera cuando habla de lo complicado que es trabajar pierde la sonrisa. Afirma que lo que más le gusta de las Fallas es la ofrenda de flores. Es fallera de Port-Rotes, aunque de niña lo era de la comisión de Baix la Mar.

Alejandra tiene una sonrisa contagiosa. A sus 8 años, ha hecho realidad «un sueño». Estudia en el colegio Carmelitas. Pertenece a la Falla Baix la Mar. «Estoy muy contenta. Alguna vez he soñado con este momento», confesó.