A quien pasea por la calle Joseph Haydn, en la urbanización Balcón al Mar de Xàbia, lo único que le llama la atención es que los chalés son aquí como pequeños castillos. Sus propietarios guardan con celo su intimidad. Pero si se observa estos chalés por su otro flanco, el que se asoma al precipicio del Cap Negre, los castillos casi parecen de naipes. El imponente acantilado está roto y erosionado. La magnitud del derrumbe ocurrido aquí en enero de 2011 (en noviembre de 2005 también se produjo otro) dejó una huella imposible de borrar. A la cornisa de piedra calcárea le falta un tramo de unos cien metros. Las terrazas de los chalés están en el aire. Tras el citado desplome, que obligó a precintar dos viviendas, la erosión ha ido a más. Las casas se arriman al abismo.

Este diario trasladó las fotografías que delatan la comprometida situación de los chales o, al menos, de sus terrazas al concejal de Urbanismo, Pere Sapena, que en seguida dio aviso al inspector para que constatara «in situ» si existe peligro para los vecinos del Cap Negre. «Somos responsables de la seguridad de las personas y, si tenemos que tomar alguna medida, lo haremos», manifestó el edil.

El Ayuntamiento dispone de informes geológicos que advierten de la fuerte erosión que sufre este acantilado. Los anteriores derrumbes se produjeron tras episodios de lluvias torrenciales que no son nada extraños en Xàbia. El Consistorio, consciente del riesgo, incluso fue a pleito con unos propietarios que, tras uno de los desprendimientos, rompió el precinto de su casa.

Estas viviendas se construyeron en los años 70 y 80. En Xàbia, ya se sabía de la amenaza de edificar en los acantilados, dado que unos años antes se había venido abajo en el precipicio de Ambolo un chalé, entonces desocupado. Pero el Cap Negre se llenó de casas que ahora coquetean con el vacío.