Hacerse a la mar se ha convertido en un lujo en la comarca de la Marina Alta. Los propietarios de pequeñas embarcaciones tienen ahora que pasar obligatoriamente por caja cuando quieren botar o varar sus barcas. En los últimos años, al tiempo que en los puertos avanzaba el negocio de la náutica de recreo, la Conselleria de Infraestructuras ha ido cerrando todos los embarcaderos privados. En Dénia, lo hizo en 2012, durante las obras de construcción del nuevo paseo del Raset. Desde entonces, los usuarios de los pantalanes públicos exigen que se recupere una rampa pública de botadura. Claman en el desierto.

Además, el varadero del canal de la Fontana también se ha privatizado. Desde que se suprimió el de Dénia, era un acceso al mar muy socorrido. Pero ahora la empresa Marina Nou Fontana, que tiene desde el 28 de noviembre una concesión (es por 30 años) para remodelar el canal y convertirlo en un puerto deportivo de 314 amarres, controla este varadero. Se ha apresurado a colocar un cartel para avisar de que quien pretenda botar su embarcación debe antes pasar por sus oficinas.

En el puerto de Xàbia, también hay una rampa de varada. Pero en 2013 la Conselleria de Infraestructuras la clausuró con bloques de hormigón. Las puertas al mar se van cerrando y los dueños de barquitas de recreo, acostumbrados a sacarlas al seco en invierno para calafatearlas y repararlas, ya no pueden escapar de pagar peaje.

Sí queda un resquicio, pero complicado. El embarcadero de la cala de la Granadella, también en Xàbia, sigue siendo público. Pero está a trasmano. Los propietarios de barcas deberían llevarlas en remolque por una carretera angosta y repleta de curvas. Además, en verano, la cala está saturada de coches. Llegar hasta la rampa es una odisea.

A los varaderos privados, esta opción no les preocupa. Saben que quien quiere botar su embarcación casi prefiere pasar por caja antes de aventurarse a ir hasta el remoto embarcadero de la Granadella.