Xàbia encontró en 2002 una fuente inagotable que ponía fin a sus históricos problemas de suministro de agua potable. Ese año comenzó a funcionar la planta desalinizadora de agua marina. Al ayuntamiento esta infraestructura le costó 24 millones de euros. La inversión valió la pena. La desalinizadora es un hito en la historia del agua en Xàbia; historia a veces amarga o, mejor dicho, salada. Además, la planta es hoy la piedra angular del futuro hídrico de toda la Marina Alta.

La puesta en marcha de la desalinizadora es, de alguna forma, el epílogo a la historia del agua a lo largo de un siglo en Xàbia. Una exposición organizada por la Fundació Cirne y en la que colaboran la empresa pública de aguas Amjasa y Acciona Agua, que es la concesionaria de la desalinizadora, rescata ahora esa historia.

El recorrido, que es muy didáctico y está pensado para que los escolares valoren la importancia del agua, arranca en 1922 cuando el entonces alcalde, Jaume Casabó, que quedaría para la posteridad como «l'alcalde de les aigües», creó una red de fuentes públicas en el pueblo. Las familias llenaban los cántaros en fuentes de piedra tosca. Alguna, como la de la iglesia de Sant Bertomeu, han sobrevivido hasta hoy. A partir de 1945 ya se empezaron a colocar las tuberías que llevaban el agua a las casas. Tras la riada de 1957 (conocida como «l'aiguà») que destrozó las calles del pueblo, se terminó de instalar la red.

Pero la imagen de los cántaros no distó mucho de las que se vivió en las calles de Xàbia en los no tan lejanos veranos de los años 80 y 90. La sequía de entonces era tan pertinaz como la actual. De los grifos manaba agua salobre y los vecinos y turistas tenían que llenar garrafas en los depósitos que el Ayuntamiento sacó a las calles.

El consejero delegado de Amjasa, Josep Lluís Henarejos, afirmó ayer, en la presentación de esta muestra, que sin la desalinizadora Xàbia hubiera regresado este verano a ese trasiego de garrafas. Mientras, el presidente de Cirne, Enric Martínez, subrayó que esta muestra «pone en valor el agua como un bien básico y preciado».