La Cova de les Calaveres lleva en su mismo nombre un halo de misterio. Ahora se cumplen cien años del primer permiso solicitado para excavar esta cueva, que esconde un importante yacimiento cuya ocupación más antigua se remonta al Paleolítico.se cumplen cien años del primer permiso solicitado para excavar esta cueva De ahí que la cueva acoja hoy las terceras jornadas de difusión del patrimonio arqueológico y arquitectónico de la Marina Alta. El arqueólogo Josep Ahuir ofrecerá, a las 20.00 horas, una charla sobre los cien años de intervenciones en la Cova de les Calaveres.
El pionero de esas excavaciones fue el gran investigador de la prehistoria Henri Breuil. En uno de sus viajes por España, tuvo noticias de la cueva, que le maravilló. El abate francés pidió a la Junta Superior de Excavaciones y Antigüedades permiso para excavarla, que obtuvo por Real Orden Ministerial el 17 de octubre de 1914. Pero tuvo la mala fortuna de que estalló la Primera Guerra Mundial y los trabajos no se pudieron llevar a cabo. Ese permiso, del que ahora se cumplen cien años, acabó caducando.
Pero Breuil abrió la senda. El arqueólogo José Senent tuvo conocimiento de esas investigaciones y el 19 de octubre de 1930 exploró la cueva. Al año siguiente, viajó a París y se entrevistó con Breuil. Y ese mismo año, entre los días 11 y 18 de agosto, llevó a cabo la primera campaña de excavaciones.
Esta cueva siempre ha inspirado leyendas. Cavanilles sitúa en 1768 los primeros y sorprendentes hallazgos. En unas perforaciones en busca de agua, en la «entraña» de la tierra, los obreros «tropezaron con calaveras y huesos». Contaron doce cráneos.
Esos restos óseos, especula Cavanilles, pertenecían a unos exploradores que se vieron sorprendidos por la crecida del río subterráneo y murieron ahogados.
