Los turistas lo conquistan todo. La Cova Tallada, en el escarpado litoral del cabo de Sant Antoni (está justo en el linde de Dénia y Xàbia), va camino de entregarse al turismo de masas. No es fácil llegar. Y más de un bañista se ve en un apuro. Pero estos días la senda y la propia gruta están concurridísimas. Los turistas no quieren volver a casa sin darse un chapuzón en la Cova Tallada.
Sin embargo, más de uno empieza a arrepentirse a mitad de la senda. Muchos bañistas piensan que se trata de una cala más. Y, como se puede comprobar todos los días, recorren la senda calzados con chanclas y cargados incluso con neveras. Van preparados para pasar un día de playa, pero no para subir y bajar por pendientes y atravesar tramos en los que hay que agarrarse a las cuerdas instaladas para dar seguridad a los excursionistas.
Para cerciorarse de la dificultad de la senda (parte de les Rotes), basta con leer el cartel que en su inicio ha colocado el parque natural del Montgó. Advierte de que se trata de una ruta «no aconsejable». Lo mismo da. La Cova Tallada está de moda. Y si a mitad de la senda ya hay bañistas que piensan en darse la vuelta, al llegar a la entrada a la cueva todavía lo ven un pelín más negro. Más de uno opta por quedarse fuera. El acceso resulta peligroso, sobre todo si hay oleaje. Ya ha ocurrido que bañistas que han entrado con dificultad luego no puedan salir al subir la marea. Hay otra salida, pero obliga a escalar hasta la bóveda de la cueva. Ahora se ha colocado una cuerda, que empieza a estar raída al rozar con la piedra.