El litoral del Cap Negre y del Cap de la Nau, en Xàbia, está repleto de chalés. En algún tramo, es imposible asomarse al mar. El urbanismo hace años que le perdió el vértigo a esta abrupta costa de acantilados. Ahora uno de los primeros chalés que se construyó colgado del precipicio está en venta. Edificado en 1975, sus propietarios eligieron un «balcón» natural único. Adquirieron un promontorio de roca que se adentra, como si fuera la proa de un barco, en el mar. Se podría decir que se compraron un acantilado. Y allí levantaron, en una parcela de 2.261 metros cuadrados, un chalé de lujo que cuenta incluso con un pequeño torreón que quiere emular a las históricas torres de guaita (no lejos de aquí están la de Ambolo y la del Portitxol).

Esa casa, que forma parte de la urbanización Balcón al Mar (iniciada en los años 80 por la promotora VAPF), está ahora a la venta. Inmobiliarias especializadas en viviendas de lujo y cuyos clientes mayoritarios son alemanes, rusos y británicos, la han puesto en el mercado por 5 millones de euros.

El precio es tan redondo como su principal atractivo: desde la piscina y la terraza e incluso desde el torreón se contempla una panorámica de 180 grados. Al sur queda el Cap de la Nau y, al norte, el Cap Negre. Entre uno y otro, sólo se divisa el mar y el horizonte. Sin obstáculos.

Esta elevación de roca está en el litoral del Cap de la Nau. Pero tiene nombre. Es la Punta Plana. Así la bautizaron los vecinos de Xàbia que en la posguerra se jugaban la vida en les pesqueres (salientes del acantilado desde los que los vecinos más humildes pescaban para engañar un poco al hambre). El nombre no tiene misterio. Al acantilado acaba en una especie de espolón de piedra. Allí está la pesquera. El recuerdo de los años de penuria está abajo y el lujo, arriba. Contrastes.