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Un documento sobre tributos revela que la Pobla d'Ifac acogió en 1380 a un centenar de familias

Los arqueólogos hallan datos en el «fogatge», el impuesto del fuego, que permite anticipar que el Calp medieval alcanzó los cuatrocientos pobladores

Un documento sobre tributos revela que la Pobla d'Ifac acogió en 1380 a un centenar de familias

La investigación de la Pobla d'Ifac ha avanzado, de golpe, un buen trecho. El equipo de arqueólogos que dirige José Luis Menéndez esperaba averiguar sobre el terreno cuántos habitantes llegó a tener la villa medieval. Una vía era la de acabar de excavar la necrópolis (ahora van por la tumba 50) y otra, desenterrar la trama urbana y contar las viviendas. Pero ha surgido una tercera e inopinada vía. Los arqueólogos han hallado la relación del fogatge, el impuesto medieval del fuego. Es un documento valiosísimo, dado que ha desvelado que, en 1380, un centenar de familias pagaba este tributo directo. La Pobla d'Ifac contaba con cien hogares y acogía a unos 400 moradores.

La campaña de este verano, que es la décima y en la que participan 40 voluntarios, ha empezado, por tanto, con buen pie. Las excavaciones las promueve el MARQ de Alicante y van sacando a la luz los vestigios de la villa amurallada que fundó Roger de Llúria en 1298. También revelan los contrastes de la sociedad medieval. Al tiempo que los arqueólogos descubren objetos que revelan la dignidad de las autoridades eclesiásticas de la Pobla d'Ifac (el pasado año hallaron un cáliz), también desentierran cadáveres de niños que morían de forma prematura por las duras condiciones de vida. Ahora se ha encontrado un cráneo sin dientes de un crío de apenas ocho años que, según el análisis óseo, padeció artrosis. Este cuadro confirma que sufrió malnutrición y su dieta era pobrísima en leche.

Los pobladores de la villa «venían buscando desde el norte, quizás desde Lleida, una vida mejor; más oportunidades», explicó ayer Menéndez.

Pero en la falda del Penyal, tras los muros de la Pobla, la existencia no era nada fácil. Además, la amenaza de un ataque siempre estaba ahí. La flota castellano-genovesa arrasó Ifac en 1359.

Los arqueólogos intuyen que en la necrópolis están enterrados religiosos de postín. Esperan dar este verano con el cargo eclesiástico más elevado de una villa que tuvo como edificio más destacado la iglesia gótica de Nuestra Señora de los Ángeles.

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