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La Xàbia de los Lambert que enamoró a Europa

La familia de artistas difundió en los años 20 en revistas de Alemania y Francia la arquitectura rural de la Marina Alta Una muestra rescata su legado

Plano del huerto Bolufer, un ejemplo de arquitectura del paisaje a. p. f.

Al mismo tiempo que en Europa se imponía el estilo internacional de La Bauhaus o que Le Corbusier sorprendía con sus primeros encargos, otra arquitectura más modesta también encontraba su hueco en revistas especializadas como «La Construction Moderne» (se editaba en París), «Deutsche Bauzeitung» (Berlín), «Schweizerische Bauzeitung» (Zúrich) o «Stadt und Sieldlung» (Berlín). Las reseñas, ilustradas con croquis y detallados dibujos, las firmaba el arquitecto e historiador del arte André-Louis Lambert. Entre 1922 y 1929, pasó largas temporadas en la casa que su hijo, el pintor e ilustrador de libros André Lambert, se había construido en Xàbia.

El «abuelo» Lambert descubrió todo un universo arquitectónico, formado por riuraus, pozos, hornos y norias. Tampoco, por supuesto, le pasaron desapercibidas las sencillas ermitas ni la iglesia gótica de Sant Bertomeu. Además, quedó seducido por los jardines de Julio Cruañes y de Bolufer, espontáneos exponentes de la arquitectura del paisaje. El huerto Bolufer, con sus acequias, balsas y norias, le sedujo especialmente. André-Louis y su hijo fueron, en los años 20 del pasado siglo, los primeros embajadores de Xàbia. Europa supo por ellos de un pequeño pueblo separado por el Montgó (tan cerca, tan lejos) de la cosmopolita Dénia del comercio de la pasa.

Desde entonces, los Lambert tienen en común su pasión por el arte y su amor por Xàbia. Ya van cuatro generaciones de artistas. Este municipio redescubre ahora a esta familia. El próximo miércoles se inaugura en cuatro salas una exposición que analiza la relación del arquitecto André-Louis y del pintor, paisajista e ilustrador André con Xàbia. La muestra recoge apuntes, bocetos, dibujos, acuarelas. A través de los ojos de los dos artistas, cobra forma ese pueblo tan apegado a la vida rural que fue Xàbia entre 1920 y 1960.

De aquel pasado, ya sólo queda un recuerdo desdibujado. De ahí que esta muestra, que a veces también tiene su punto idílico, venga bien para hacer memoria. Las obras casi todas ellas de pequeño formato se podrán ver hasta el 21 de septiembre en las salas de la Casa del Cable, el Museo Soler Blasco, la Fundació Cirne y Ca Lambert.

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