Los lindes entre los pueblos suelen dar más disgustos que alegrías. En la Marina Alta, varios municipios siguen enzarzados en conflictos territoriales. No es el caso de Teulada y Benissa. Su frontera de Benimarco, una partida rural que ambos pueblos comparten, es una fiesta. Pero la fiesta no quita para que cada uno pague lo suyo. Teulada y Benissa han redactado un convenio de colaboración para repartirse los gastos de las fiestas patronales de Benimarco, que son en honor a Sant Jaume y tienen lugar a finales de julio.

El convenio retrata las peculiaridades de esta fiesta en la frontera. Los actos taurinos que se celebran en la plaza de la ermita de Sant Jaume «se encuentran ubicados en un 90% en el término de Benissa». Los toriles están, sin embargo, en Teulada. Así las reses se guardan en este último municipio y, desde allí, se sueltan. Pero el festejo taurino ya se disfruta en Benissa. Los límites son así de ficticios.

Mientras, los castillos de fuegos artificiales se disparan desde Teulada. Y la fiesta lo mismo está en un lado que en otro. En eso estos municipios nunca han tenido ni un roce. Sus alcaldes procesionan juntos el día 25 de julio, que es el del patrón Sant Jaume.

El convenio establece que el Ayuntamiento de Benissa se encargará de pedir los permisos y organizar los espectáculos taurinos. Pero antes Teulada deberá autorizarle a ocupar las vías públicas y terrenos de su titularidad. Por su parte, el Consistorio teuladino disparará los fuegos artificiales. Luego la Policía Local de cada municipio se encargará de regular el tráfico en los viales de «sus ámbitos territoriales».

Y el reparto de los gastos es salomónico. Los años pares los pagará el Ayuntamiento de Teulada y los impares, el de Benissa. Ahí se incluyen la limpieza y el alumbrado especial para las fiestas y el material para conciertos y comidas y cenas populares (sillas, tableros, escenarios, canon a la SGAE?). Esa rotación cambia a la hora de dar subvenciones a los festeros. En los años impares las abonará Teulada y en los impares, Benissa. No hay duda. Estos dos pueblos, cuando llega Sant Jaume, convierten la línea que los separa en una fiesta que los une.