Los turismos que aparentemente tienen tan poco en común como el de buceo y el enológico van de la mano en Calp. Frente al Morro de Toix, a 25 metros de profundidad, mil botellas de vino envejecerán a toda prisa. «Seis meses bajo el mar equivalen a seis años de crianza en una bodega convencional», aseguró ayer Alberto Calvo, que, junto a Israel Padrino, ha puesto en marcha la bodega submarina Vina Maris. Es la segunda del Mediterráneo, ya que hay otra en Tossa de Mar (Girona). Sin embargo, este verano, cuando los buceadores bajen a por el tesoro del vino, se convertirá en la tercera visitable del mundo. «Sólo hay dos en las que se envejece el vino y a las que bajan los submarinistas. Están en Chile y en Plentzia (el País Vasco)», precisó Israel Padrino.
Los dos empresarios están convencidos del éxito de su bodega submarina. Destacan que los vinos que se han encontrado en navíos hundidos han envejecido de forma especial y tienen unos matices distintos. Los caldos adquieren bajo el mar un buqué salino.
Los vinos que tomarán cuerpo en el fondo marino son de Enrique Mendoza. «Buscábamos unos vinos cuya elaboración fuera lo más ecológica posible», explicó Calvo. El tinto es un monastrell y el blanco, un chardonnay.
Los empresarios han aprovechado la primera Fira del Peix i l'Arròs del Senyoret de Calp para dar a conocer su cava submarina. Pero el mar es caprichoso. Ayer estaba un poco revuelto y, en lugar de navegar hasta el Morro de Toix, se optó por hacer una simulación en el litoral del Peñón. Dos buceadores rescataron del fondo del mar las botellas, que estaban en el pecio de un pesquero que se fue a pique hace 30 años.
Las visitas regulares a la bodega comenzarán en junio. «Vamos a trabajar con todos los centros de buceo de Calp», avanzó Israel Padrino. Los submarinistas encontrarán un escenario de estatuas de dioses romanos y ánforas. Y si no les va el vino, también podrán pescar botellines de cerveza elaborada con agua marina.
