El alma urbana de la Daniya del siglo XI está más a flor de piel de lo que se suele pensar. La medina que fue epicentro de la poderosa taifa fundada por Muyahid dejó una trama urbana que ha sobrevivido hasta hoy. «El trazado de las islas de casas y de la calles e incluso algunas líneas del parcelario urbano nos remontan a los tiempos del al-Andalus», afirma el arqueólogo municipal de Dénia, Josep Gisbert.

El reciente hallazgo de los restos de dos casas de época almohade (siglo XII) en la calle Loreto constata que la actual trama del centro histórico no dista mucho de la de hace mil años. La calle Loreto, hoy una efervescente vía peatonal repleta de bares, es «el tronco del árbol del urbanismo» de Daniya. Gisbert recuerda que hace unos años se situaba la «espina dorsal» de la medina en las calles Cavallers y Major. «Ahora es la calle Loreto la que, tanto como las otras dos, parece contar con una traza milenaria».

Las intervenciones arqueológicas han revelado que la ciudad árabe era bien avanzada. «Aunque parezca increíble, Dénia contaba con una red de alcantarillado ya en el siglo XII», apunta el arqueólogo, que incide en que hasta el siglo XX no se recuperaría el sistema de albañales.

La medina, en cuanto a trazado, también es reconocible en otros espacios urbanos. La actual Glorieta fue a finales del XII y principios del XIII «un barrio de casas fastuosas», adornado con fuentes y pequeños estanques. «Estas casas contaban con un ornato polícromo en sus zócalos y paredes y con yesos primorosamente decorados con motivos vegetales y palabras coránicas en relieve que repetían divisas de paz y bonanza», señala el arqueólogo.

Mientras, en la actual plaza de Sant Antoni se alzó «uno de los edificios más singulares de la medina andalusí». Era una alhóndiga y fonda que ahora está sepultada en el sótano del colegio de los Maristas. El «al-funduq» del siglo XI se hallaba junto a la muralla que cerraba la medina por el sur.

La plaza Válgame Dios, situada al oeste de Dénia, lleva ese nombre porque allí estaba el cadalso. Cuando los vecinos pasaban y veían los cadáveres colgados, se santiguaban y exclamaban «¡válgame dios!». Las excavaciones sacaron a la luz el cementerio de Daniya. Los cuerpos se enterraban con los pies hacia la Meca, vestidos con un sudario y apoyados sobre un lado, como si durmieran. También «era la maqbara de Bab Undara (la puerta de Ondara); la principal puerta de ingresos desde tierra a la medina andalusí», precisa Gisbert.