La alcaldesa de Gata de Gorgos, la popular Ana María Soler, su número dos, Maite Signes, y el también popular Guillermo Cholbi, así como la secretaria y un ingeniero municipal, están denunciados por un vecino por una presunta prevaricación. El vecino los ha llevado al juzgado por no hacer nada para atajar los ruidos nocturnos de un pub. El negocio cuenta con licencia. En la querella, según ha podido saber este diario, el denunciante advierte de que ha presentado unas 80 quejas contra el supuesto exceso de ruido. El desenlace estaba escrito. Soler, del PP, renunció ayer a la alcaldía de Gata tras siete años en el cargo.

A principio de mes, ya cedió durante 15 días la alcaldía a su número dos, Maite Signes, quien ahora se convertirá en la nueva munícipe. Soler se sentía contra las cuerdas. La ejecutiva local del PP, presidida por Antonio Pons, que aspira a ser el próximo candidato, la cuestionaba sin disimulo. El enfrentamiento también había llegado al grupo municipal, que gobierna en minoría y cuya edil Rosa Simó es esposa de Pons. El estilo personalista de Soler ya no gustaba. Además, sus críticos también le echaban en cara que no hubiera desactivado «bombas» que han terminado por explotarle al PP en las narices.

Pero la edil dimisionaria (le sustituirá en la corporación Jesús Ángel Palacios) no soltó ayer prenda. La renuncia la fue desvelando por capítulos. En el pleno ordinario del miércoles no dijo ni mu. Pero, al acabar, sí comunicó su decisión a sus compañeros del grupo municipal. Ayer, a las 9 de la mañana, convocó a la oposición y, a las 10, reunió a los trabajadores municipales para despedirse. Luego emitió un comunicado que también se ajustaba al guión.

Este diario, cuando adelantó la intención de Soler de dimitir, ya avanzó que esgrimiría motivos personales. Así fue. «Esta iniciativa la tomo por motivos personales tras una serie de circunstancias de difícil reflexión», expuso la munícipe, que con la alusión a las «circunstancias» sí aportaba una dosis de misterio. Y casi le daba la razón a quienes le reprochaban sus maneras personalistas al dar por finiquitada «una época marcada por mi persona en la gestión municipal».

Cuando este diario le preguntó si su dimisión respondía a la denuncia citada, espetó: «Ni estoy imputada ni he malversado fondos públicos. Y a quien lo sugiera lo llevo al juzgado».

Soler se convirtió en 2007 en alcaldesa y gobernó con mayoría absoluta. Aunque repitió triunfo en los últimos comicios, perdió votos y también la mayoría. La alcaldesa se apuntó al paro cuando la oposición le impuso un sueldo «mileurista». El gobierno en minoría del PP todavía no ha sido capaz de aprobar el presupuesto del actual año y debe hacer frente a la condena de 841.000 euros del PAI de les Sorts.

La nueva alcaldesa -ya lo es en funciones y la investidura no se demorará mucho, ya que el lunes será el pleno en el que se hará efectiva la renuncia de Soler- no lo tiene fácil. Ayer prefirió no opinar sobre los retos que se le presentan. Negó, eso sí, que el grupo municipal haya forzado a Soler a marcharse. «Todo lo contrario. Queríamos que siguiera con nosotros».

Mientras tanto, la oposición continuará viendo los toros desde la barrera. PSPV y Compromís tienen la opción aritmética de presentar una moción de censura, pero sería un milagro que se pusieran de acuerdo. El portavoz del PSPV, Vicent Font, sí puso ayer de su parte. «Nosotros contemplamos todas las posibilidades, excepto, claro está, la de pactar con el PP».

Mientras, el portavoz de Compromís, Maties Monfort, insistió en que él no ve posible pactar con Font. El secretario de este partido, Juanvi Vallés, fue más diplomático: «Nuestra idea es seguir trabajando desde la oposición». Sostuvo que el año que queda para las elecciones es ya poco tiempo para cambiar la dinámica en Gata.