La Plana de Xàbia, en el parque natural del Montgó, conserva el conjunto más importante en la Comunidad Valenciana de molinos de viento. Sus aspas ya hace un siglo que no giran. Y sus recios muros de piedra se han ido debilitando con el tiempo. Pero estas construcciones, de gran valor en la arquitectura rural valenciana, se van salvando, una a una, de la ruina.

José Huguet es propietario de tres de los molinos de la Plana. Hace un año y pico se vino abajo la cubierta y la bóveda de uno de ellos, datado en el siglo XVIII. Reconstruirlo costaba un dineral. Así se lo hizo saber su dueño al concejal de Urbanismo de Xàbia, Pere Sapena, cuando éste le pidió que restaurara el molino. Huguet explicó ayer a este diario que entonces Sapena le comentó que el Ayuntamiento le daría todas las facilidades posibles. Cuando se trata de salvar un bien patrimonial, todas las manos son pocas.

El edil de Urbanismo le dijo que él mismo firmaría una orden para que se reparara el molino al existir riesgo de que se derrumbara totalmente. Ese trámite evitaba al propietario pedir licencia de obras y le libraba de pagarla. Además, Sapena planteó que los arquitectos municipales supervisaran las obras. Y también ofreció a Huguet que en la restauración se emplearan sillares de piedra tosca (una roca calcárea que se extraía del litoral xabienc del Muntanyar y que se ha utilizado profusamente en la arquitectura local) que el Ayuntamiento ha ido recuperando de demoliciones como la del antiguo cementerio.

José Huguet dio con los albañiles perfectos para llevar a cabo una tarea tan especial como es la de restaurar un molino. Rafael Bisquert y José Miguel Cholbi se pusieron manos a la obra y han tardado casi un año en reconstruir, piedra a piedra, los gruesos muros y la bóveda. «Han hecho un trabajo extraordinario», reconoció ayer Huguet, que ha tenido el detalle de encargar una placa de cerámica de Manises en la que queda constancia del trabajo efectuado por los dos obreros.

Bisquert y Cholbi han hecho casi un trabajo artesanal. No han utilizado ni grúas ni montacargas. Los sillares los subían con poleas. Rehacer la bóveda de tosca ha sido lo más complicado, pero tampoco ha resultado sencillo ensartar en los muros los peldaños de la escalera de piedra tosca. Ahora este molino vuelve a alzarse imponente en esa estribación del Montgó.