La nueva arquitectura, esa a la que sus representantes le ponen el apellido de «sostenible», no tiene vértigo. Desde hace meses, los vecinos de Xàbia se sorprenden de las grúas que coronan el Portitxol. En lo más alto de este paraje, todavía quedaba una franja sin construir. Pero ya hay un chalé acabado y otros dos están en obras. En el mejor terreno, que se sitúa en el vértice de dos laderas, se está levantando una vivienda unifamiliar diseñada por el arquitecto valenciano Ramón Esteve. Él ya la ha bautizado como «la casa de la cala Sardinera». Y, efectivamente, está sobre esa recoleta cala, a la que sólo se puede llegar por el mar o a pie. Esteve ha visto en este encargo una oportunidad para dejar su impronta. El diseño de la casa de la cala Sardinera corre por los foros de arquitectura. Ha llegado, por supuesto, a la red social de arquitectos más activa, Architizer.

Esteve ha elegido, como elemento dominante, los muros de hormigón blanco. Es una forma de mimetizar la casa en un acantilado de margas. El chalé se sitúa casi sobre una dorsal que sube desde la cala. Estos cortados, sin embargo, tienen un problema. La marga se erosiona rápido.

Los grandes ventanales son obligados. El chalé se asoma al vacío. Enfrente, queda el mar y el Cap Prim. El arquitecto ha ideado miradores. Desde el orientado al norte, se divisará la bahía de Xàbia y el Cap de Sant Antoni. Y, desde el que da al sur, se atisbará l'Illa del Portitxol y el Cap Negre.

El arquitecto no ha podido escapar a la tentación de diseñar una piscina que, mirada desde el chalé, parece dar continuidad al horizonte y al mar. Es un efecto que se repite en muchos de los chalés que se construyen «colgados» de los acantilados. Este terreno es un regalo para un estudio de arquitectura. Su obra está llamada a concitar miradas. Algunas no serán muy amables. Ya hay quien, a toro pasado, lamenta que el Ayuntamiento no haya movido ficha para hacerse con un mirador tan privilegiado.