Pocas veces una piedra representó tantos anhelos e inquietudes. La Roca de la Salve está a un paso de subir a los altares de la protección patrimonial. El nuevo PGOU de Senija, ahora en fase de aprobación, incluye este pedrusco en el catálogo de bienes etnográficos. La profesora Roser Cabrera, autora del inventario, apunta que, a principios del siglo XX, la roca estuvo en el Camí Vell de València. Al llegar allí, los vecinos de Benissa y Senija que se marchaban a plantar arroz a la Ribera volvían la vista atrás para ver su pueblo y le rezaban una salve a la Mare de Déu dels Desemparats. Los «riberers», como se conocía a estos emigrantes, a veces no volvían.

Muchos «morían por las muchas enfermedades producidas por las aguas estancadas», recuerda, en la ficha de la Roca de la Salve, Roser Cabrera. Esta investigadora también incide en que esta piedra, que hubo que mover al construirse la autopista, se la disputaron Benissa y Senija. «Hasta que, después de trasladarla de un lugar a otro, los senijers la llevaron al patio de la escuela». Allí sigue.

Pero no es la única piedra que preserva el nuevo PGOU. Senija, ahora gobernada por Bloc-Compromís, pasa de no tener nada inventariado a salvaguardar un patrimonio muy vinculado a la actividad agrícola tradicional. En el catálogo de bienes arquitectónicos, se otorga protección ambiental a seis casas de labranza que mantienen el tradicional riurau. Se da categoría de bien de relevancia local a la iglesia barroca de Santa Caterina Màrtir, del siglo XVIII, y a la cruz de la entrada al pueblo o peiró, de principios del XX. Este inventario lo ha realizado el arquitecto Josep Ivars.

El catálogo de bienes etnográficos también incluye las campanas de la iglesia, los retablos cerámicos del centro histórico, los aljibes y pozos, los bancales, los márgenes de piedra y sus «saltadors», que son las escaleras formadas por rocas que sobresalen. El PGOU se convierte en una herramienta para salvaguardar el paisaje. Reduce, en la alternativa de menos construcción, las 24,5 hectáreas actuales de suelo urbano a 16,9 y las 20,9 de suelo urbanizable, a 15,4. Y el suelo no urbanizable sube a 418,9 hectáreas.