Las grúas que desde hace unos meses empiezan a verse en el litoral del Portitxol, la Barraca o la Granadella, en Xàbia, podrían hacer creer que el mercado inmobiliario, hasta ahora tieso, empieza a moverse. El concejal de Urbanismo, Pere Sapena, afirma que sí se vislumbra un repunte de la actividad. Pero también constata que la mayor parte de los chalés que ahora se construyen son de lujo y su precio supera, a menudo de largo, el millón de euros. Ahora mismo hay una veintena de estas viviendas en obras. Sus promotores buscan terrenos que ofrezcan extraordinarias vistas del litoral de Xàbia. Compran y agrupan dos, tres o cuatro parcelas para lograr mayor edificabilidad (la parcela mínima en Xàbia es de 1.000 m2 y de 1.500 en la zona del Montgó). Y las obras suelen ser complicadas, ya que para corregir el desnivel de las escarpadas laderas hay que levantar grandes muros de piedra.

El edil de Urbanismo explica que de las 40 ó 45 licencias que para edificar chalés se conceden al año aproximadamente la mitad son para inmuebles de lujo. Precisa que ese segmento siempre ha existido en Xàbia. Las urbanizaciones de El Tossalet, la Corona o la Cuesta de San Antonio ejemplifican esa apuesta por el turismo de alto poder adquisitivo. El perfil de los compradores, eso sí, ha cambiado. Los rusos han entrado con fuerza.

No hace tanto, en plena burbuja inmobiliaria, se creo el espejismo de que cualquier familia de clase media podía adquirir un chaletito o un apartamento a un paso de la playa. Muchas de esas viviendas se han quedado por vender. El segmento de los chalés medianos y pequeños y de los adosados y las promociones de apartamentos es el más castigado por la crisis. No se mueve ni un ladrillo. «Está estancado, pero sí se venden chalés de segunda mano», afirma Sapena. Ese mercado de vivienda ya estrenada, cuyo precio ha bajado mucho, «también da vida al sector de la construcción, ya que los nuevos propietarios suelen realizar obras de reforma», precisa el edil.

Los inversores que construyen chalés de lujo buscan parcelas exclusivas, cuyo precio puede alcanzar y superar los 600.000 euros. Hay inmobiliarias especializadas en villas de lujo. Las ponen en el mercado a precios exorbitantes. Un chalé con 850 metros cuadrados construidos de la Cuesta de San Antonio se vende por 4,2 millones. La vista se cotiza al alza y esta vivienda se asoma a la bahía de Xàbia. Mientras, una villa de 1.000 m2 con tres piscinas, construida en una parcela de 5.000 m2 de la partida Capsades, llega al precio de 5,5 millones de euros. Y son sólo dos ejemplos.

Para el Ayuntamiento, los chalés de lujo suponen un buen pellizco. Cada una de estas viviendas deja por licencias de obra y primera ocupación unos 20.000 euros. No es el maná de los años en que los permisos de obras se otorgaban a puñados, pero menos da una piedra.

El concejal de Urbanismo también incide en que los propietarios de estos chalés suelen invitar a sus amigos, que son igual de potentados. Así, se corre la voz del atractivo de Xàbia entre «turistas de alto nivel adquisitivo». Esos potenciales compradores a veces tantean un poco más el terreno y alquilan en verano un chalé de lujo. Ese negocio de alquiler va a más en un pueblo con una escasa oferta hotelera.