Las imágenes no son inocentes. «Las fotografías hablan por sí solas. No hemos querido adoptar una posición crítica, sino descriptiva». Antoni Espinós, vicepresidente de la Fundació Cirne, cree que tampoco hacían falta muchas explicaciones para que los visitantes de la muestra «Xàbia, anys 40 i 50», que se inaugura esta noche en la sede de la fundación, descubrieran que aquella época fue de implacable represión franquista y de miseria y hambre. Con todo, en algunas de las fotografías, que pertenecen al ya ingente archivo de Cirne (reúne más de 5.000 imágenes), se adivina un «no se qué» de esperanza. En la fotografía del baile, en la que las parejas de jóvenes se arriman lo justo bajo la mirada severa de las carabinas, se intuye el brillo de la ilusión. Es como si en estas imágenes en blanco y negro se colara algo de luz.

Esta muestra es el retrato de una sociedad que, aunque no tan lejana, parece surgida de la noche de los tiempos (desde luego fue una época de tinieblas). El presidente de Cirne, Enric Martínez, explicó que han mirado esos años desde todas las perspectivas posibles. Hay, de hecho, imágenes de la vendimia que hablan de una economía precaria y consagrada al monocultivo de la viña, de la oscura escuela franquista y de las primeras promociones que salieron de la Academia de Jesús Nazareno, de las fiestas populares (ya entonces se celebraban bous a la mar) y de las religiosas (las de la santa misión de los capuchinos casi dan escalofríos) y, sobre todo, hay imágenes de la vida cotidiana, que son en las que se vislumbra una sociedad que, pese al corsé del pensamiento único, está viva.

También, claro está, la exposición incluye fotografías políticas. En la postguerra, «los falangistas surgieron en Xàbia como hongos», afirmó ayer Espinós. «Pero hemos dejado para otra muestra las imágenes más terribles, como la de los dos xabiencs que fueron asesinados en Mauthausen».

La muestra también describe el día a día de aquellos años. En las vitrinas se pueden ver postales de comuniones y entierros, los primeros rollos de papel higiénico («entonces fue una revolución en la higiene personal», precisó Espinós), tabletas de chocolate de la Virgen de las Nieves de la Vila Joiosa? La Fundació Cirne también ha recreado una cocina de la época e incluso muestra una lavadora alemana de 1936 y, en un rincón, ha colocado una mesa camilla con un brasero, un bingo y un vetusto aparato de radio.