Tras 36 horas de lucha contra el fuego, el incendio del Morro de Toix, en Calp, se dio a mediodía de ayer por controlado. Ha arrasado 43,8 hectáreas de pinos, matorrales y especies de flora tan valiosas como la Silene hifacensis (un endemismo amenazado). El daño ecológico está hecho. El fuego ha devastado uno de los parajes de más riqueza botánica del litoral valenciano.

Los agentes del Seprona y del Grupo de Investigación de Incendios de la conselleria de Medio Ambiente recababan ayer pruebas en el punto exacto donde comenzó el incendio, debajo de una torre eléctrica de media tensión ahora precintada. La columna está dentro de la parcela de un chalé. Los chispazos que despidió hicieron que brotaran las llamas en el terreno de al lado, repleto de vegetación.

El viento empujó el fuego montaña arriba. No avanzó en línea recta, sino que fue serpenteando entre numerosas viviendas de la urbanización Maryvilla que se salvaron de milagro.

Varios vecinos han asegurado a este diario que están hartos de avisar a la compañía de los fogonazos de la torre. La empresa prefirió no dar su versión hasta que la investigación confirme que el fuego se originó por las deficiencias en ese tendido de media tensión.

La ladera de Toix que da a Calp, donde está Maryvilla (en la noche del domingo se desalojó a 23 vecinos), al final fue la menos afectada. Los bomberos y las brigadas forestales lucharon cuerpo a cuerpo con las llamas y salvaron los chalés. Ahora el problema será la erosión. En la cima han quedado piedras sueltas.

Pero donde el fuego ha hecho más estragos es en la cima y en la otra ladera de Toix, la que mira al Mascarat y a Altea. Esa cara ha quedado reducida a cenizas. La austera, pero de gran valor botánico, vegetación de los acantilados soporta el salitre y los suelos escasos. Pero el fuego es otra historia. Lo ha arrasado todo. No obstante, los expertos son optimistas y creen que especies como la Silene se recuperarán rápido.

Los vecinos que ayer subían hasta el Morro de Toix se quedaban de piedra cuando miraban el cartel de la microreserva de flora (17 hectáreas de plantas protegidas) y, al levantar la vista, lo veían todo negro.