La crisis golpea a la mayoría de ayuntamientos en los ingresos, lo que genera retrasos en los pagos a proveedores y una deuda que se agranda si además se acometieron obras costosas que ahora no se pueden pagar. En el polo opuesto se hallan los consistorios que hicieron los deberes. Los que se mantuvieron fieles a la realidad y contuvieron la fiebre del despilfarro. Localidades que ahora viven desahogadas y afrontan mejor estos años que el resto de poblaciones. La Marina Alta ofrece algunos ejemplos de estos consistorios, con deudas bajas o incluso a cero, aunque también hay municipios en el lado opuesto.

Entre las poblaciones pequeñas hay nueve que presentan una deuda cero: Atzúbia, Llíber, Murla, la Vall d'Ebo, la Vall d'Alcalà, la Vall de Gallinera, Sanet i Els Negrals, Sagra y Senija. Además Els Poblets, con tres mil y pico habitantes, también está en ese selecto grupo. Teulada y Benissa también presentan unas cuentas saneadas con deudas bajas y asumibles.

Una fuente de ingresos vital en los tiempos que corren es el Impuesto sobre Bienes Inmuebles (IBI). Hace unos años pedir una revisión catastral parecía un suicidio político. El catastrazo disparó la presión fiscal en Pego y Xàbia. En el primer pueblo, los tribunales tumbaron la ponencia. Pero en el segundo, el polémico catastrazo de 2005 tuvo una cosa buena: compensó la caída en picado de ingresos urbanísticos. Xàbia tendría saneadas sus cuentas si no se hubiera lanzado al rescate millonario de los aparcamientos subterráneos. Ahora tiene una deuda viva de 41 millones de euros, la más alta de la Marina Alta.

La excepción entre los grandes

Sin embargo, el otro municipio que en 2005, cuando nadie presagiaba la debacle urbanística, revisó su ponencia catastral fue Benissa. Y está en las antípodas. Entre los pueblos grandes de la comarca, es con diferencia el que mejor ha aguantado la crisis. Su deuda es de 2,4 millones y la ha reducido respecto a 2009 y 2008 (2,7 y 3,1 millones, respectivamente).

El endeudamiento por habitante es de 182 euros, una menudencia para los tiempos que corren. Los ingresos del IBI (impuesto que se calcula con los valores catastrales) han ayudado a mantener la salud económica. Este ayuntamiento, cuyo alcalde es Juan Bautista Roselló, del PP, ha reducido un 36 % el dinero que paga de intereses a los bancos. Además, es el único de la comarca que, en plena crisis, ha llevado a cabo una bajada de impuestos. Ha reducido el IBI, el impuesto de vehículos, el ICIO y la tasa de basura. Esa medida es inaudita en la Marina Alta, donde la tendencia es subir impuestos. Incluso el pleno se ha acogido ahora a un proceso extraordinario de revisión catastral abierto por el ministerio.

El alcalde ha expresado su "convicción" de que ahora, que el mercado inmobiliario está en horas bajas, los valores catastrales de los chalés de la zona costera bajarán y, por ende, también pagarán menos IBI. Pero Benissa es la excepción.

Teulada, con una deuda viva de 6,2 millones, aún puede permitirse el lujo de congelar impuestos, como ha anunciado su alcalde, el también popular Antoni Joan Bertomeu. Este ayuntamiento ha explorado una nueva fórmula para obtener ingresos: la venta de patrimonio del suelo improductivo. Con la subasta de parcelas residuales, donde una promotora sí que puede construir un chalé, el consistorio hace caja.