A las 12.30 horas de ayer uno de los trenes que cubría la línea 9 entre Altea y Denia descarriló sin causar heridos de consideración. Unicamente varias personas, de las ochenta que viajaban en ese momento, sufrieron ataques de pánico, aunque no necesitaron atención médica, según confirmaron ayer fuentes oficiales de Ferrocarrils.

Desde la empresa ferroviaria descartaron, además, que el accidente se hubiera producido por un fallo humano, asegurando que "aunque la investigación está abierta, todo apunta a un fallo técnico". Según explicaron varias personas de FGV, el descarrilamiento se produjo tras saltar el último "boggie" o conjunto de ruedas, tras soltarse una pieza de transmisión que hizo de palanca, lo que provocó que se levantara parte del tren, que al caer, arrastró durante unos 50 metros las piezas sueltas que quedaron bajo el vagón. Aun así, desde el Departamento de Comunicación de FGV aseguraron que la velocidad que llevaba el tren era muy reducida, pues se encontraba muy próximo a los limitadores de velocidad. Tras el accidente, Ferrocarrils envió desde Altea otro de los trenes diesel que realizan el trayecto, renovados en 2005, para recoger a los viajeros en el lugar del accidente, dado que ocurrió en la zona denominada "Mascarat", un área escarpada de difícil acceso situada en la frontera de los términos municipales de Calp y Altea. Tras su traslado, la dificultad que presentaba el terreno para que accediera una grúa hasta el tren averiado obligó a cortar la línea, cubriendo el servicio entre Altea y las estaciones de la Marina Alta con autobuses.

Hasta las 18.59 horas no salió ningún tren desde Benidorm que realizara el trayecto completo hasta Denia, ya que se tuvo que ajustar "in situ" el accidentado para remolcarlo sobre las vías hasta los talleres de Alicante, y proceder después a "remachar la vía" para garantizar la seguridad del servicio.