Exhausto, con visibles síntomas de debilidad y con el cuerpo repleto de arañazos, pero con el consuelo de haber salido sano y salvo después de pasar tres días en el interior de un pozo a oscuras, sin alimentos y con el agua hasta las caderas. Y, sobre todo, con la satisfacción de tener junto a él a su mascota, una gata negra de intensos ojos verdes a la que intentó rescatar antes de caer en el interior del aljibe del que, en muchos momentos, llegó a pensar que no saldría.

Este es el aspecto que presentaba ayer Wojtek, un joven polaco de 29 años residente en Benitatxell, que fue rescatado el pasado domingo del interior de un estrecho pozo tras permanecer en él desde la tarde del jueves. Aquel día, el hombre descubrió que uno de los seis animales que residen con él en su casa de campo, en concreto una gata, se había caído en un pozo interior de seis metros de profundidad y que, por fortuna para ambos, ahora sólo contenía poco más de un metro de agua. El animal no podía trepar ni subir a la superficie y Wojtek intentó rescatarlo con el mismo cubo que le sirve para extraer el agua. Al ver que era prácticamente imposible "pescar" a la gata, el joven optó por hacer varios nudos en esa cuerda e introducirse en el pozo para rescatar por sí mismo al animal. Una vez dentro, la cuerda se rompió. Y ahí comenzó el calvario.

"Lo he pasado muy mal, estoy muy cansado y sólo quiero descansar y que pase todo". Estas fueron las únicas palabras que atinó a decir Wojtek ayer, tras ser dado de alta del hospital de Dénia al que fue trasladado el domingo para realizarle un chequeo con el que comprobar las consecuencias de haber pasado tres "horribles" días de desesperación, sin ingerir alimentos y con el agua del pozo como único recurso que echarse a la boca. Con él se encontraban su hermana, su cuñado y su sobrina, quienes acudieron a visitarle tras ser informados de lo ocurrido y que ayer no paraban de repetir, a pesar de su escaso dominio del español, que había sido "un gran susto".

Miedo y desesperación

Miedo y desesperación son las dos palabras que mejor definen las 72 horas que este joven pasó en el interior del pozo. Abrazado a su gata para darle calor y evitar que se ahogara, pensó en muchos momentos que no saldría, según relató a los sanitarios que le prestaron los primeros auxilios nada más ser rescatado. Estaba solo en la casa, no tenía medios para avisar a nadie y era poco probable que los vecinos, incluso los de las viviendas más cercanas a su finca, pudieran oírle, al estar dentro de un aljibe interior de la vivienda 280 de la partida rural Benicambra de Benitatxell. De hecho, como ayer pudo contrastar este medio a través de numerosos vecinos de las fincas colindantes, nadie oyó ni notó nada raro que pudiera ponerles en alerta. Ni siquiera las decenas de extranjeros que acuden diariamente, y de blanco inmaculado, a jugar a la petanca al "Benitachell Bowls Club" que hay situado justo enfrente de la vivienda. Ninguno escuchó sus gritos. Tampoco los británicos que viven junto a este club deportivo, ni el español cuya casa está situada a pocos metros de la de Wojtek y a la que se accede a través de un largo camino que bordea toda la parte trasera de la finca en la que vive el joven polaco.

Pero finalmente tuvo suerte, ya que su ausencia durante tantos días logró alertar a los vecinos de dos casas más abajo, concretamente la que tiene por número el 265, que fueron quienes dieron la voz de alarma. Al parecer, según relataron otros vecinos ayer tras haber tenido conocimiento del rescate, fueron los propietarios de esta vivienda -que suelen ver diariamente al joven- los que se extrañaron de no saber de él durante tantos días seguidos. Tanto ellos como fuentes de la Guardia Civil y los Bomberos que actuaron en el rescate indicaron que, temiendo que pudiera haberle ocurrido algo a Wojtek, este vecino decidió entrar en la finca el domingo a media tarde y, una vez allí, oyó los gritos de auxilio del joven y descubrió que se encontraba en el pozo.

"La muerte se le tuvo que representar de forma muy poderosa"

El psicoanalista Óscar Ventura radiografió ayer las sensaciones que tuvo que vivir el joven mientras permaneció en el pozo y aseguró que tuvo que lidiar tanto con el miedo a la muerte como con la esperanza de ser rescatado sano y salvo. "Seguro que tuvo momentos de angustia en los que la muerte se le representó de manera muy poderosa. Pero para sustentarse tanto tiempo estoy convencido de que mantuvo la ilusión a ser rescatado", explicó. Ventura destacó que sus "recursos psíquicos le han funcionado" y le han permitido salvar la vida en una situación "en la que otra persona podría haber muerto". "Cada persona es diferente y responde de manera distinta ante el sufrimiento. Este chico ha demostrado fortaleza mental y entereza", agregó. Un buen ejemplo de ello, según el psicoanalista, es que el joven "no hizo ningún acto desesperado que le debilitara". A. FERNÁNDEZ.