"Sembla un angelet". Carles, un niño de un año de edad de Pedreguer, rubio y, sí, con mirada angelical, como comentó alguno de los invitados, se convirtió ayer en el primer bautizado civilmente en la provincia. Sus padres, Sunsi Pons y Toni Ferrer, afirmaron, durante la ceremonia de acogimiento civil, que tuvo lugar en un salón de Ondara, que quieren que su hijo se eduque en "los valores democráticos de la libertad, la igualdad y la solidaridad". Carles, al tiempo que celebraba su primer cumpleaños, se convirtió ayer, en "ciudadano Carles".

La concejala de Pedreguer Sílvia Fornés y Lluís Fornés el Sifoner oficiaron un ritual que, técnicamente, se conoce como "ceremonia civil de otorgamiento de carta de ciudadanía" y que consiste en dar la bienvenida al niño en una sociedad sin sectarismos y en la que prevalecen, por encima de razas, ideologías o creencias religiosas, los derechos humanos y de la infancia.

Los padres de Carles estaban encantados y orgullosos de romper moldes en la Marina Alta. Tan insólita es una ceremonia de este tipo que a la mayoría de los ayuntamientos les suena a chino. Toni, el padre del pequeño, pidió al consistorio de Pedreguer que regule estos bautizos laicos y lamentó que no disponga de un registro donde inscribir a los niños que reciben el acogimiento civil.

La ceremonia fue sencilla, pero muy emotiva. Ejercieron como padrinas Teresa Costa y Mercé Ferrer, la abuela y la tía de la criatura. Carles pasó por los brazos de su madre, su padre y sus padrinas y se comportó como "un angelet". La primera ceremonia de acogimiento civil se celebró en 1790 en Estrasburgo. En Igualada (Barcelona), en noviembre de 2004, tuvo lugar el primer bautizo civil de España. El de ayer es el primero en la Marina Alta.