"Me siento defraudado", confesó el director general de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, Antonio María Costa, al pasar revista a los asuntos que se discutieron y clausurar la conferencia.

Las diferencias bloquearon un acuerdo en torno a la creación de un mecanismo destinado a supervisar el cumplimiento de la Convención de la ONU contra la Corrupción, un objetivo considerado "de alta prioridad y urgente" por los 107 países que la han ratificado.

Los participantes tampoco consiguieron consensuar la asistencia técnica que los menos desarrollados piden a los industrializados, sin que ello conlleve condiciones como la adecuación de sus sistemas legales y la aplicación de programas para prevenir la corrupción.

"No ha existido ambiente de confianza", señaló el jefe de la delegación de un país de la Unión Europea (UE);, en la que no hubo una única postura ante las propuestas de las naciones menos avanzadas.

El llamado Grupo de los 77, con China, Rusia, Irán, Pakistán y Egipto en cabeza, sostuvo a lo largo de toda la conferencia una batalla en casi todos los frentes con la UE, Estados Unidos y Canadá, abrumados por propuestas que consideraron inaceptables.

En un comunicado, Transparencia Internacional señaló que el papel desempeñado durante la reunión por el grupo de países de África y el de naciones de América Latina y el Caribe "fue más progresista", que el llevado a cabo por el núcleo duro del G-77.

El desacuerdo también surgió en torno a la recuperación de activos robados por los gobernantes corruptos.