El fiscal general adjunto Rod Rosenstein ha anunciado este viernes la imputación de trece ciudadanos rusos y tres entidades de ese país bajo la acusación de injerencia en las elecciones presidenciales de 2016, según ha informado la cadena de televisión estadounidense CBS.

Un gran jurado federal ha devuelto este viernes la imputación de trece ciudadanos y tres entidades de ese país por incumplir la legislación penal de Estados Unidos para interferir en el proceso político y electoral norteamericano.

Un portavoz de la Fiscalía Especial que lleva este caso ha contado que el escrito de imputación acusa a los trece rusos y a las entidades de conspirar para el fraude en Estados Unidos. Tres de los acusados también son sospechosos de conspiración para cometer fraude bancario y mediático y otros cinco están acusados de robo agravado de identidad.

El escrito de imputación sostiene que algunos de los acusados se hacían pasar por estadounidenses y, sin revelar su relación con Rusia, se comunicaron con personas relacionadas con la campaña de Donald Trump y con otros activistas políticos para "coordinar actividades políticas".

Los imputados trabajaban con la llamada Agencia de Investigación de Internet, una organización relacionada con Rusia y sospechosa de difundir información falsa durante el periodo electoral que acabó con la victoria del magnate Donald Trump.

En concreto, según la Fiscalía Especial, estos trece ciudadanos rusos "publicaron información despectiva" sobre varios de los candidatos electorales y, a mitad de 2016, sus esfuerzos incluyeron el apoyo a la campaña presidencial de Trump y también se centraron en "denigrar" a la candidata del Partido Demócrata, Hillary Clinton.

Comenzando en torno a 2014, los acusados empezaron a seguir y a estudiar grupos en redes sociales de Estados Unidos dedicados a la política estadounidense y a temas sociales, empleando métricas para evaluar el comportamiento de varios grupos de redes sociales. Posteriormente, los imputados viajaron a Estados Unidos, aunque en algunos casos lo intentaron pero no lo consiguieron, para recabar información de Inteligencia para su trabajo de injerencia.

De este modo, siempre según el escrito de acusación, publicaron en redes sociales haciéndose pasar por estadounidenses y contactaron con activistas sociales y políticos y aprendieron cómo centrar sus ataques en los llamados estados "púrpura", los que estaban indecisos en la campaña electoral.

Los trece ciudadanos y tres entidades rusas crearon cientos de cuentas de redes sociales y las usaron para crear identidades falsas de personas estadounidenses que ejercieron como "líderes de opinión en Estados Unidos".

Los imputados trabajan día y noche en turnos para publicar los mensajes, seguir páginas especializadas en una serie de temas, incluida la inmigración o la plataforma Black Lives Matter, mientras sumaban cientos de miles de seguidores.

Los imputados crearon y utilizaron servidores alojados fuera de Estados Unidos para ocultar el origen ruso de las cuentas. La Agencia de Investigación de Inernet empleó a cientos de personas con estos objetivos, entre administradores, creadores de identidades y técnicos, y se gastó el equivalente a varios millones de dólares.

Además de denigrar a Clinton, estos ciudadanos rusos también se dedicaron a desprestigiar a otros candidatos, como los republicanos Ted Cruz y Marco Rubio, y apoyaron al demócrata Bernie Sanders hasta centrarse en respaldar a Trump. En el segundo semestre de 2016, usaron varios grupos para fomentar en las minorías que no fueran a votar en las elecciones presidenciales de 2016.