El Gobierno de EE.UU. decretó hoy el cierre del Consulado de Rusia en San Francisco y dos anexos diplomáticos, en reacción a la orden que Moscú dio en julio de reducir la presencia diplomática estadounidense en su territorio.

La medida se anunció como represalia a la decisión del Kremlin de ordenar que Estados Unidos rebaje en 755 personas, hasta 455, el número de diplomáticos y colaboradores que trabajan en su embajada en Moscú y en los consulados de San Petersburgo y otras ciudades.

Moscú dio ese paso, que Washington debía aplicar antes de este viernes, para igualar el nivel de presencia diplomática de ambos países, en respuesta a las sanciones impuestas por el Congreso de EE.UU. por la supuesta injerencia rusa en las elecciones de 2016.

"EE.UU. ha aplicado completamente la decisión del Gobierno de la Federación Rusa para reducir el tamaño de nuestra misión en Rusia. Creemos que esta acción fue injustificada y perjudicial para la relación en general entre nuestros países", afirmó la portavoz del Departamento de Estado, Heather Nauert, en un comunicado.

"Siguiendo la paridad invocada por los rusos, requerimos que el Gobierno ruso cierre su Consulado General en San Francisco, un anexo de la cancillería en Washington DC y un anexo consular en la ciudad de Nueva York. Estos cierres deben efectuarse antes del 2 de septiembre", subrayó Nauert.

Con la medida adoptada por EE.UU., ambos países continuarán su labor diplomática con el funcionamiento de tres consulados cada uno.

"Aunque seguirá habiendo una disparidad en el número de diplomáticos y anexos consulares, hemos elegido permitir al Gobierno ruso mantener algunos de sus anexos en un esfuerzo por detener la espiral descendente de nuestra relación", indicó la portavoz.

Tras el anuncio, una alta funcionaria del Ejecutivo aclaró en una rueda de prensa telefónica que, pese a los cierres, EE.UU. "no va a expulsar a ningún ruso en estos momentos", en un aparente intento de no tensar más la cuerda de la ya difícil relación con Rusia.

"Nuestro objetivo fundamental es encontrar formas de mejorar las relaciones" bilaterales, apostilló la funcionaria, al revelar que el secretario de Estado, Rex Tillerson, informó hoy a su colega ruso, Serguéi Lavrov, del cierre de los tres recintos diplomáticos.

Tillerson y Lavrov, agregó esa fuente, "expresaron el deseo de hallar una manera de mejorar nuestras relaciones y acordaron reunirse en septiembre", durante la Asamblea General de la ONU en Nueva York.

Desde Moscú, la reacción fue inmediata y Lavrov lamentó la nueva escalada de tensión entre ambas naciones, al adelantar que su país estudiará las medidas anunciadas hoy por Washington antes de dar una respuesta, indicó el Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia.

La réplica del Gobierno del presidente Donald Trump se esperaba desde hacía semanas, tras el recorte de diplomáticos estadounidenses decretado a finales de julio por el Kremlin en represalia por las sanciones aprobadas ese mes por el Congreso de EE.UU.

Esas sanciones, promulgadas en forma de ley por Trump el pasado día 2, afectan a la industria petrolera y minera de Rusia por su supuesta intromisión en los comicios de 2016 para perjudicar a la demócrata Hillary Clinton, derrotada por el magnate republicano.

El presidente, que firmó el texto legislativo a regañadientes porque cercena su poder para levantar ese castigo sin la aprobación del Congreso, ha manifestado a menudo su pretensión de mejorar las relaciones con Rusia.

Sin embargo, Trump ha chocado con el escepticismo de legisladores republicanos y demócratas y las investigaciones sobre los posibles lazos entre su campaña y el Kremlin en las elecciones del año pasado.

Para sorpresa de muchos, el mandatario llegó incluso a agradecer este mes a su homólogo ruso, Vladímir Putin, la expulsión de centenares de diplomáticos y personal técnico estadounidenses destinados en Rusia.

"Quiero darle las gracias por haber recortado nuestro gasto en nóminas. Estoy muy agradecido por dejarlos ir (...). No hay razón para que vuelvan", afirmó Trump, tras una reunión en su retiro de vacaciones de Bedminster (Nueva Jersey).

El comentario del presidente causó polémica y la Casa Blanca se vio obligada a matizar que Trump fue "sarcástico" con su insólita gratitud.