A medida que agonizan las estrellas de Merkel y May en Europa resplandece la que alumbra a Emmanuel Macron, el presidente (casi rey) de una Francia perdida y despojada de identidad, que busca a través de este joven gobernante recuperar la gloria escondida en los últimos años. El paseo triunfal de "Monsieur le Président" en la primera vuelta de las Legislativas de ayer confirma dos cosas: que el fundador de En Marche! consolida y revalida su liderazgo y que el bipartidismo se desplaza de la izquierda a la derecha en el país vecino.

La muerte del Partido Socialista galo es una doble satisfacción para Macron, liberal en lo económico y progresista en lo social. Pero no crean que las discrepancias con el PS nacen de la política. El enconamiento con el ex jefe y mentor François Hollande tiene su origen de las frías condolencias que el expresidente expresó cuando Macron perdió en 2013 a su abuela Manette, la mujer a la que más ha querido en el mundo, directora del colegio en el que estudió en Amiens, su protectora y su guía, antes de la llegada de Brigitte a su vida. "Es triste perder a una abuela, yo también estuve triste cuando perdí a la mía", le dijo Hollande. "Se acabó Hollande", comentó entonces Macron a un colega. "No le deseo a nadie la reacción que tuvo cuando supo de la muerte de mi abuela", escribió el presidente.

Macron fascina a los franceses que se aferran a él como a un clavo ardiendo. El dirigente se hizo millonario cuando trabajaba en la banca de negocios Rothschild y propició la compra de Nestle a Pfizer de la división de alimentos infantiles por 9.000 millones de euros. Rothschild organizó la operación y Macron fue su cerebro. El llamado "Mozart de las finanzas", experto en Maquiavelo y amante de la poesía, pretende ahora dotar de un halo de realeza a la presidencia.

El líder de En Marche! no se atreve con las piedras preciosas que tanto gustaban al monarca pero luce sin complejos un Tank de Cartier en la muñeca izquierda, el mismo modelo que han llevado entre otros Andy Warhol y Alain Delon. Macron también utiliza el anillo Trinity de tres oros de la maison vinculada históricamente a todas las casas reales de Europa. Es un regalo de su mujer, que suele vestir de Louis Vuitton, la firma perteneciente al holding Louis Vuitton Moët Hennessy (LVMH), propiedad de Bernard Arnaul, para quien trabaja Jaime de Marichalar,

Por cierto, ¿Se imaginan a Mariano Rajoy con una sortija de alguna conocida marca española? Seguro que no, en cambio no cuesta demasiado pensar en el Rey Felipe con alguna joya en su dedo meñique. Si Macron no es un rey se le parece bastante. Y si aun les quedan dudas miren con detenimiento la nueva composición de la Asamblea Nacional, Los grandes perdedores: el candidato presidencial Benoît Hamon, el ministro del comercio y del interior, Matthias Fekl, la líder verde Cécile Duflot, el ex presidente del Partido Socialista Jean-Claude Cambadélis no piensan en otra cosa.