El poder electoral latino, que apoyó en un 79 % a la candidata demócrata a la Casa Blanca, Hillary Clinton, no pudo contrarrestar el voto blanco que dio este martes la victoria al republicano Donald Trump. El número de votantes hispanos estuvo entre los 13,1 y 13,7 millones de electores, explicó en teleconferencia de prensa Matt Barreto, cofundador de la firma de investigación sobre opinión política Latino Decisions. Barreto, quien dijo que se trataba de una «significativa» participación, especialmente si se tiene en cuenta que en 2012 esa cifra de 11,2 millones, señaló, sin embargo, que «no fue el único grupo» que salió a votar, al explicar por qué esta movilización no logró frenar a Trump en estados cruciales.

A Clinton hay que achacarle dos fallos que se han antojado fundamentales: su incapacidad para estimular a las minorías, absolutamente claves para triunfar, y su falta de talante para ganarse la confianza de los electores de su propia raza, a la postre los grandes impulsores que han acabado llevando a Trump a la Presidencia, recuperando para los republicanos estados demócratas hasta ahora como Ohio, Florida o Iowa.

Además, se detectó un descenso en el voto negro, con un 87 % a favor de Clinton, frente al abrumador 93 % para Obama en 2012. Y, sin el apoyo de estos grupos, la candidatura demócrata se debilitó. El magnate cumplió exactamente todos los pasos que tenía que dar para ganar: triunfos en Florida, Ohio, Carolina del Norte y Michigan, entre otros. Apostó por él un 63 % de hombres y un 52 % de mujeres de raza blanca, frente a un 31 y 43 % para Clinton.